Fuente: Época del caucho: imágenes del horror
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Dos jóvenes indios miran el árbol tasajeado y muestran sus heridas infligidas. Como fondo escenográfico la enmarañada selva. Esa floresta cerrada a cal y canto que necesita ser arrasada para sacar sus frutos, alegaba uno de los socios en el Consejo de Administración en Londres. No crean lo que se habla en la esquina de Hyde Park [Speakers’ Corner], son hablillas de gente interesada. El capataz con sombrero mira al fotógrafo indiferente a las magulladuras. Una raya más al tigre, dirá para su consuelo. De uno de los tajos parece verter el oro blanco pero es muy borroso como la memoria de esos tiempos. Leía que estos tallos por la calidad de la goma sufrían cisuras, tantas, que prácticamente liquidaban al árbol, por eso en la selva se encuentra muy poco caucho, casi se ha exterminado. No hay manchales como antes. Así sin escarmiento o se le escurrió al retratista exhibe sin rubor la mano de obra de la Peruvian, ¿esos mozos firmaron los contratos de conformidad con la ley?, ¿les indemnizaron? Es uno de los secretos de los negocios, que los costes laborales sean menores, mejor si no se pagan ¿Era o es ese el secreto de los negocios en esta mundialización? Cerró los ojos por unos segundos con resignación. El paucar le contó que las compañías petroleras contaminaban los ríos y nadie les dice nada. Se escudan en informes amañados. Volvió a ponerse triste porqué a lo lejos escuchó el ruido de una motosierra.