Ha sido un año difícil, duro. Las expectativas puestas se diluyeron a los pocos meses de iniciado este 2020, año capicúa. Todo lo que se pueda escribir puede no decir nada, se parece mucho a un mal sueño que no logras verbalizar ¿Ha sido una pesadilla? Por mi parte, pasé por una de las experiencias más traumáticas de mi vida al estar ingresado como damnificado de esta pandemia. En solitario, en una habitación de la sexta planta de un hospital. Con la mascarilla de oxígeno de la que no te puedes desprender porque si no se te va la vida sumado a la total dependencia de movilidad., estas casi atado a la cama. Tomas la exacta dimensión de la fragilidad. Nos enseñan estos males la condición de finitud de la especie humana que lo sabemos, cuentas veces lo repetimos, pero que no somos conscientes de ello. Lo ignoramos. En cuestión de minutos (o de segundos) tomas consciencia de lo quebradizo de este camino. Hoy puedes estar, y mañana ya no cuentas el cuento. Hasta ahora sigo sorprendido de la entrega plena del personal sanitario que me atendió, siendo ellas conscientes, que se podían contagiar, amén de la situación de precariedad laboral en la que trabajaban. Hay que agradecer a la vida, que bajo la lluvia de incertidumbre, hay personas que apuestan por el ser humano hasta con su propia vida. Recuerdo que en las libretas de páginas en blanco, que me enviaba F, borroneaba historias, proyectos que me pasaban por la cabeza, trataba de escribir lo más que pudiera para que no me visitaran los fantasmas de la ansiedad. Después de meses reviso esos breviarios escritos en el hospital, que están llenos de desasosiego, de preguntas, de letra ilegible (y desesperada), de dibujos. No me deja de emocionar. La vida sigue.
Archivos para diciembre, 2020
«Capilla Sixtina de los Antiguos»: descubiertas miles de pinturas de la Edad de Hielo en un área remota del Amazonas
Publicado: diciembre 22, 2020 en UncategorizedSuelo ojear las revistas que están en la mesita cuando voy al dentista, o en alguna otra sala de espera, que están para pasar el rato, mientras me llega la vez. Muchas de ellas, publican noticias que están al borde de la provincia de lo real maravilloso o simplemente son reales o maravillosas. En una de ellas, la noticia giraba a la denuncia de una afligida y exigente mujer, en Bombay o Mumbai, la India. Ella, denunciaba a su marido por ocultar su calvicie durante el noviazgo con un peluquín, a sabiendas, seguro que le hizo estar al tanto al novio una de sus condiciones irrenunciables: que no se casaría con un calvo. Bueno, no me interesa tanto comentar el resultado de la denuncia o el juicio entre los cónyuges, sino el momento desde que el novio supo la lapidaria advertencia de la mujer y las artes que tuvo para apañarse y burlar la condición firme de la novia y, próxima, mujer. Primero, se las ingenió para comprarse un peluquín que vaya a tono con él. Seguro que, el peluquín le quedaba muy bien, casi perfecto, algunos se puede ver de lejos que es peluquín al no estar en simetría con el rostro, hay algo que lo delata. A su vez, resulta extraño que la futura esposa durante el noviazgo no se haya percatado de nada o adolecía de una ligera miopía. El novio pasó la prueba del algodón. Me pregunto sí ella, en la intimidad, no le acariciaba el cabello, no sé, por una cuestión de cariño y palpar sí los pelos eran ciertos ante su exigencia y fobia contra los calvos ¿no le veía con el cabello mojado? No hay duda, que era tan bueno el peluquín, que no se le movía ni un centímetro, si no recordemos el horror vivido por el exalcalde de Nueva York, en plena conferencia de prensa, cuando el tinte del cabello se le escurría por la cara, para decir: ¡Tierra trágame! Para mayor desgracia, los gestos en la cara del exalcalde dieron para la comidilla en los diarios y redes sociales, según el testimonio gráfico, él parecía un íncubo. Pero, volviendo al caso de la afligida mujer y muy avispado novio, es una noticia que se funde entre lo real y lo imaginario o ¿no?
El drama humano de la inmigración en Europa es un quejido diario. Desgraciadamente, Europa está respondiendo mal ante esta situación, a pesar, de toda la historia colonial que pesa sobre sus hombros. La situación en Grecia es insostenible, a igual, que en Italia o España. Los centros de detención desbordan y las personas están en condiciones infrahumanas. La derecha europea alienta, cada día, la xenofobia y el racismo. Se lee los diarios o se escucha los telediarios, las peripecias de estas personas para alcanzar las costas en pateras y tratar de hacer realidad el sueño europeo. Ese sueño se ha vuelto una pesadilla. El Mediterráneo y otros mares se han convertido en un gran osario de voces anónimas. Bajo este contexto, está la película Terraferma del director italiano, Emanuele Crialese. Un nieto y su abuelo, de oficio pescadores, en altar mar, socorren a unas personas que intentaban llegar a la costa. Al llegar a puerto, los hombres huyen, quedándose con ellos una mujer embarazada y su hijo que venían de un largo periplo de sufrimiento desde Etiopía. Ella había sido violada en la cárcel, por eso, estaba embarazada. La familia del abuelo protege a la madre embarazada, sabiendo que la legislación dice quien protege o ayuda a personas, que están al margen de la ley de inmigración, están cometiendo delito. La ley está al margen de la solidaridad como humanos y las leyes del mar de dar socorro. La nuera había decidido alquilar la casa porque está atravesando problemas económicos, la arrendaría a turistas para aprovechar la temporada de verano. La casa se alquila a unos turistas que andan ajenos al drama de la inmigración, o simplemente, lo ignoran o no quieren verlo. Están en modo vacaciones. La mujer etíope confiesa que su marido está en Turín y quiere ir a verlo. Luego de las tensiones y reproches de la nuera hacia la mujer etíope, decide ayudarla. Cuando intenta ir en ferri de la isla a la costa, no pueden porque la policía ese día ha redoblado las medidas de seguridad. Por un problema de conciencia del nieto, quien no socorrió a unas personas en altamar, él decide ir con la mujer y sus dos hijos a la costa por mar. La película te plantea continuamente dilemas morales y uno tiene que decidir de qué lado está. La película es dura, pero seguro, no más duro que subirse a una patera y tratar de llegar a las costas europeas para cumplir tus ilusiones.
La riada de protestas a nivel nacional contra un presidente elegido por sus amiguetes del vilipendiado congreso cumplió con sus objetivos. El presidente elegido en cuestión de días tuvo que renunciar ante el tsunami de indignación ciudadana. Me pareció acertada la respuesta de la sociedad civil contra la repartija, sin embargo, creo que en las protestas las agendas regionales debieron ser más visibles. Lamentablemente, Perú sigue adoleciendo el mal centralista que se ha fortalecido desde los noventa, y nadie se atreve a cambiar ese régimen de tutela. Recordar, que el centralismo duro, fagocita las agendas regionales o de provincias. Al ser un país rico en recursos naturales, los problemas ambientales y sociales, por lo general, no están en el centro sino en las periferias; así tenemos, recientemente, las protestas de los trabajadores agroindustriales por la precariedad laboral. Unos podrán decir, que urgía deponer al presidente elegido por el chanchullo de los legisladores. Es cierto, parcialmente. La agenda de provincias y regiones también urgía, y mucho. Insisto, machaconamente, que se ha debido incorporar las agendas regionales y de provincias, porque fácilmente gana la amnesia. El tema del olvido no es baladí. Recuerdo que en plena crisis de autoridades en Perú, se publicó un comunicado de la Sociedad de Psicoanálisis de Perú, sí, no se pronunció ninguna asociación de constitucionalistas que andan repartidos en bloques cicateros, sino una asociación que trabaja con el método psicoanalítico. Cuando se les comenté esto a mis amigos y amigas en Perú y, fuera de él, no me hicieron caso, pensaron que era una broma, pero un pronunciamiento en un contexto de crisis como la que atravesábamos tiene mucha miga ¿Hay algo en nuestra psique colectiva que no está funcionando bien?, ¿Los ingredientes autodestructivos pesan más dentro de nosotros?, ¿Necesitamos los peruanos y peruanas un diván colectivo para exorcizar nuestros anhelos y miedos? En verdad, no estaría mal, que la ciudadanía, en general, pasáramos por el diván.