*Imágenes Sonia Franco Alonso
Iquitos nos recibió con ese vaho tropical que se te mete a la piel y que uno nunca olvida. Desde que pusimos el pie en la ínsula, un domingo, no paramos. Vimos a amigos, que son pocos, pero son y que nos contaban cómo va la vida y comentaban de los mares de fondos de la ciudad insomne. El primer día teníamos una tertulia sobre QBV en el colegio Sagrada Familia, una de las primeras cosas que me impresionó fue el mariposario que está en la entrada –me pareció una gran idea sensibilizar así en una ciudad donde el tema ecológico da repelús, y el colegio además tiene murales relacionados con la ecología; haciendo memoria de mi educación ecológica en la floresta nunca nos enseñaron a valorar la flora y fauna. Allí tuvimos un intercambio de ideas con los alumnos y alumnas, que tuvo como incentivo las palabras de Ana Varela Tafur desde California, inclusive una declamación de uno de los poemas de Carlos Reyes y luego hubo charla más distendida en la biblioteca, agradecer a la directora Herlinda Navarro y a la maestra Shirley Julissa Sánchez Maqueda, por su buena diligencia y atenciones. Ese mismo día por la tarde tuvimos que improvisar en el Centro Base Oscar R. Benavides, una conversación con el poeta Carlos Reyes Ramírez, los alumnos y yo alrededor de QBV –el USB que había llevado tenía un puñetero virus, rápidamente hicimos una fértil charla alrededor del texto. Por la noche tuvimos una tertulia sobre QBV con los alumnos y alumnas de la universidad y para un público más abierto. Allí estuvieron personas que habían leído el texto y escuchamos atentamente las apostillas. Participaron en la tertulia Percy Vílchez Vela, Herlinda Navarro Cobos, Delcy Ríos Varela, Carlos Reyes Ramírez y el autor del ensayo, no se pudo proyectar las palabras de Ana Varela Tafur por un problema de último momento con el ordenador y por las prisas de cumplir en el tiempo previsto – pareciera que la tecnología está reñida con la floresta o conmigo. Al día siguiente fuimos al colegio Virgen de Loreto, para hablar de la novela EIP, previa lectura de los fragmentos de Ana Varela Tafur. La lectura atizó a los alumnxs, tanto que el guión que había llevado lo dejé de lado y puse el piloto automático, en verdad, los bizarros lectores me llenaron de cierto regocijo –muy en el fondo sabemos que eso es tarea de las abnegadas profesoras como Delcy, Herlinda, Shirley entre otras que anónimamente contribuyen a formar ciudadanía, animarlas a no desfallecer. Al día siguiente volveríamos a este mismo colegio para hablar con los alumnos en la biblioteca sobre QBV. En esta oportunidad, Ana Varela leyó un fragmento e hicimos escuchar los comentarios sobre el libro. El público del colegio prodigó con apostillas muy reconfortantes sobre el texto y nos propusimos hacer algunas acciones a favor de la lectura, pero no pudimos concretarlas por el súbito golpe o autogolpe de Estado del expresidente Pedro Castillo Terrones, será para otra oportunidad y agradecer la atención de la Directora del colegio y de Delcy, nos hicieron sentir muy cómodos. Con el colegio Rosa Agustina Donayre de Morey, no pudimos concretar la charla porque declararon que no había clases. Lo sorprendente de este tour por los colegios es que, lo decían las alumnas y alumnos, que en el curso no les habían hecho saber sobre el caucho, los crímenes del Putumayo y su larga sombra ¿Es el sistema educativo amnésico predominante en la floresta? Ellos y ellas eran los primeros sorprendidos. Ha sido interesante conocer de cerca los diversos microclimas de la lectoría alrededor de la ciudad ¿Nos plantearemos hacerlo en colegios del área rural o en ciudades como Nauta, Requena o Contamana? El reto continúa.