Archivos para octubre, 2022

Delcy Ríos Varela

A pesar que las estadísticas nos sumergen en el pesimismo en este lado de la Amazonía, por los bajos índices de lectura, se abre una espita de esperanza al ver personas involucradas y dejándose la piel promoviendo la lectura. Cogen con bríos la lanza para luchar contra esos molinos de viento de la desmaña y la apatía que nos acosan. Una de ellas es la maestra Delcy Ríos Varela del Colegio Virgen de Loreto, en Iquitos. Aquí el resumen de la entrevista:

¿Promover la lectura en niñas y niños es tarea sencilla en un contexto como Iquitos?, ¿Cuáles han sido las satisfacciones y cuáles los sinsabores?

Promover la lectura en nuestro contexto no es una tarea sencilla. Son muchos los factores que no favorecen un ambiente lector; por ejemplo, las familias no leen y al carecer de ejemplos los niños no tienen a quiénes imitar; en nuestro país los libros tienen un costo elevado y ese es otro factor que «justifica» el no leer: «no tengo para comprar libros, por eso no leo» y, se suma a estas circunstancias el ingreso de un nuevo miembro de la familia «el celular», que se ha convertido en el fiel amigo y compañero de aventuras de chicos y grandes.

Pero, gracias a Dios existe el «pero…», a pesar de todo, los maestros estamos aquí poniendo el hombro y toda nuestra creatividad en juego para motivar a los niños, niñas y adolescentes a leer. En este ejercicio uno de los sinsabores que hemos vivido y vivimos en la actualidad es ver que los padres lejos de convertirse en nuestros cómplices, son quienes nos sabotean al no involucrarse en esta tarea. Y la satisfacción más grande, sin lugar a dudas, es ver a nuestros chicos disfrutar de un libro, hablar de él, convertirse en parte de la historia, sufrir con el personaje, amarlos u odiarlos con pasión. Eso no tiene precio.

¿El móvil, las redes sociales son duros rivales para la lectura?, ¿Qué estrategias usas para persuadirles y llevar agua para el molino de la lectura?

La pandemia ha sido la excusa perfecta para que los padres entreguen a sus hijos un celular con conexión a Internet. En estos dos años ha sido muy difícil llegar a los chicos, primero por el contexto que vivíamos y segundo porque en nuestra ciudad no existe una buena conectividad. Esto hizo que los chicos se sumerjan en el mundo de los videojuegos y se aleje de la lectura. Con el regreso a las escuelas, como maestros incentivamos a los chicos a leer utilizando como estrategias los videos, audios, estrategias lúdicas, los debates, tertulias literarias y, en la medida de los posible, acercamos a nuestros estudiantes a los autores que puedan compartir con nosotros un poquito de su tiempo y experiencia.

¿En la biblioteca del colegio cuáles son los libros más usados?, ¿Con cuántos libros cuenta?

En la actualidad nuestra biblioteca cuenta con textos de consulta de todas las áreas curriculares, enciclopedias y obras literarias que van desde los clásicos universales, libros de autores peruanos, latinoamericanos y correspondientes a la literatura juvenil que forman parte del plan lector según cada grado. Desconozco la cantidad exacta de libros, pero con el uso de Internet nuestra biblioteca ya no es utilizada con frecuencia ni por maestros ni por estudiantes.

¿Eres más de libro de biblioteca o de tus propios libros?

En la actualidad soy más de mis propios libros. Con el tiempo he ido adquiriendo libros de diferentes autores y en diferentes formatos. Si bien es cierto que muchos de ellos son los que leemos con los chicos en el aula, cuento con otros que forman parte de mi colección porque contiene temas que me agradan o porque son autores que me gustan.

¿Qué libro estás leyendo y cuál recomendarías?

Con el tiempo leí tantos libros que me cautivaron y he tratado de contagiar esa emoción a los demás que elegir uno es un poco complicado. Pero hay uno muy especial que lo recomiendo a todo el que quiera leer, «Mi planta de naranja-lima» de José Mauro de Vasconcelos. Llegó a nosotros gracias a Javi Velásquez Varela, mi sobrino que ahora escribe y su obra, «La niña del azúcar», es otro libro que se los recomiendo. La poesía también forma parte de mi vida. Y entre verso y verso uno de mis favoritos es: «escribo un poema desde ti, ensayo tu regreso» de Ana Varela.

¿Qué libro estoy leyendo ahora?,

Terminé de leer hace poquito «Monólogo desde las tinieblas» y estoy empezando «Quebradura», una nueva aventura de la mano de Miguel Donayre Pinedo.

*Soy maestra de secundaria y trabajo con adolescentes. Estudié en la UNAP y realicé estudios de postgrado en la UPeU. Me gusta leer y compartir ese gusto con los demás. Soy mamá, y en casa, el mejor regalo para mis hijos es un libro, libro que ellos mismos solicitan como obsequio de cumpleaños o de un día cualquiera.

« ¿Quién no llora, no mama?»

Publicado: octubre 19, 2022 en Uncategorized

¿Por qué la ciudadanía vota por candidaturas o partidos que van contra sus intereses? No es sólo un mal peruano –a veces pensamos que todos los males se los lleva Perú, es una deriva electoral que recorre el mundo de este a oeste o al revés, salvo en los países donde están sujetos al partido único o que se amañen las elecciones, en esas situaciones la ciudadanía que tiene pocas opciones a elegir entre las candidaturas. Miremos las recientes elecciones al Parlamento en Italia, un país de suelo político resbaladizo, resquebrajado y con poca memoria ¿Pero es solo Italia? Me parece que la ciudadanía medianamente informada, electoralmente, es un ideal, es poco factible. De haberla, está solo en los libros. Estamos ante un serio problema. En mi época universitaria, se publicó un libro de Jorge Basadre de título «Sultanismo, corrupción y dependencia en el Perú republicano», si la memoria no me falla – esta suele llenarse de falsos recuerdos decía Luis Buñuel, era un libro póstumo el de Basadre. Describía a un país donde se respiraba la corrupción y él acuñó el concepto de sultanismo – en alusión a los sultanes que eran una suerte de caciques, política y sociológicamente hablando ¿Esa imagen que describía Basadre ha cambiado por estos tiempos? Es decir, ha cambiado poco, el desconcierto de la ciudadanía viene desde muy atrás, más en un contexto de corrupción como fue en el pasado e, infelizmente, en el presente ¿Se puede ejercer el voto libremente cuando te topas con corruptos en cada esquina?, ¿Mentir electoralmente no es corrupción o de corruptos? Alguien decía que la ciudadanía es un trabajo que se ejerce todos los días, no solamente en las elecciones que los periodistas, faltos de imaginación, llaman a ese día «la fiesta de la democracia». Creo que los países en estos tiempos están pidiendo a la ciudadanía un esfuerzo más, ya no solo es ir a votar. La complacencia de quienes ejercen poder sin participación ciudadana ha terminado. Ese esfuerzo de la ciudadanía supone ser un engorro a los que administran el poder. Un ejemplo de ese modo activo de ciudadanía en la selva norte de Perú, son las federaciones indígenas que exigen a la administración del Estado cumplir con sus obligaciones ante los derrames de petróleo en el río Marañón o del Comité del Agua en su reivindicación, que debería ser de todos, por preservar un río Nanay limpio. O el caso de pobladores de Asentamientos Humanos en Punchana que piden acceso al agua potable que es un derecho fundamental. El deber de ciudadanía nos llama en estos tiempos magros.

«La avaricia, la falta de respeto a la naturaleza, el egoísmo, la falta de imaginación, la rivalidad interminable y la falta de responsabilidad han reducido el mundo al estado de un objeto que se puede cortar en pedazos, agotar y destruir»

Olga Torkarczuk

El título de esta crónica parece sacada de un cuento de Raymond Carver, pero no, está referida a Ilha Grande. La ciudad insular acarrea retos muy serios. Recuerdo que en una oportunidad el historiador José Barletti, señalaba en una entrevista que Isla Grande estaba condenada a desaparecer. Pero las palabras  de Pepe, creo que iba en la dirección de espolear a la ciudadanía amazónica – floristanía, frente a la dejación de los deberes de sus autoridades y quien debería liderar estos reclamos es la propia sociedad civil. Me parece que la única manera de hacer que los servicios públicos funcionen, mínimamente, es a través de una ciudadanía atenta y crítica para hacer cumplir las promesas electorales de las autoridades elegidas o para que estas cumplan diligentemente la ley. No hay otra para salir del aletargamiento, si no las palabras premonitorias  de José Barletti se pueden hacer realidad. Hace unos días, una amiga me envía un mensaje diciéndome que cerca de su domicilio, en el centro histórico de la ciudad, una empresa sin contar con la licencia municipal estaba ampliando la acera – quizás llevados por ese resabio autoritario, «haz primero y pregunta después». Así porque le viene en gana, sin contar, seguramente, ni saber que vive dentro de una zona monumental protegida y que para eso hay que seguir las normas administrativas competentes ¿Tenemos conciencia que estamos en un zona que ha sido declarada bien cultural?  Un caso como este, la de mi amiga, está lleno la ciudad ante la omisión de los deberes de las autoridades y, cómo no, de la pasividad ciudadana. C por una recomendación, prestamente, puso una queja y logró espolear al personal de la municipalidad y a la instancia de cultura, que al día siguiente de la queja lograron demoler la acera ilegal que estaban construyendo. Escuchó farfullar a uno de los demoledores, en medio de la bulla del tubo de escape de los motocarros: «El cemento está fresco, hay que actuar rápido». Me comentaba C, que hay que ser como una hormiga en la oreja de un gigante, no le falta razón. Hay que incordiar al poder. C actúo por civismo, responsabilidad y por el cariño que tiene a la ciudad. Esta queja ciudadana me hizo pensar el poco amor que tenemos a la ciudad insular y por eso está en la situación de degradación y caos en la que la encontramos. Solo le llenamos de carantoñas superfluas como llamarla Isla Bonita o la sucursal del cielo entre otras frases hueras, pero eso debe cambiar. Podemos hacerlo. No hay nada mejor de acciones como la de mi amiga por la ciudad, que es una muestra real de afecto y mimo que tanto necesita.