Archivos para julio, 2022

A palo seco

Publicado: julio 27, 2022 en Uncategorized

A palo seco es una expresión que se usa mucho en los jardines culinarios, sucede cuando al degustar un plato este necesita de la compañía de una bebida o de una guarnición para un mejor saborear; un solomillo o bistec sólo no sabe igual a uno acompañado con papas o una ensalada. Comer queso con un buen vino sabe mejor. Aunque la expresión a palo seco proviene de la náutica, pero es un préstamo para el paladeo y los guisos. Arrimando el ascua para mi sardina, la escritura, por lo general, está relacionada con las labores de la confección: trama, flecos, bordado, pespuntear, entre otros que se dicen cuando se escribe una gacetilla o se apostilla un texto. En cambio, con la lectura los adjetivos más usados vienen o se prestan de la cocina: echarle un diente, dale un mordisco, devorar, a palo seco, aliñar, ingredientes, sabor agridulce, condimentar, la miel en los labios entre otros. Cito estas expresiones y pimientas porque tienen mucho que ver con el hábito lector. Un paréntesis: ambas tareas de la confección y la cocina han sido espacios habitados por mujeres y diseñados por una mentalidad patriarcal. Cito a la lectura porque como lector no tengo una receta ni uso los mismos ingredientes, estos dependen de los textos que se leen. Hay libros que son muy celosos, requiriendo una atención casi absoluta y ciega. Te exigen una fidelidad que no atiende razones ni adobos. Estos son los libros que desde el primer párrafo no lo sueltas, te engancha hasta el final, vas casi sin respiración hasta el epílogo –las breves pausas son para relamer cada palabra del relato. Es la voz que narra que te persuade, te envuelve como una boa constrictora. En mis paseos veo con admiración a mujeres que leen caminando como unas posesas, saltean semáforos y calzadas, y ellas siguen ensimismadas por la lectura ¿Qué leerán para estar tan hechizadas? No sueltan al libro, están fijas en él, casi en trance. Pasean bajo esa fina, seductora e imperceptible línea de frontera de la ficción con la realidad, que nos decía Remo Bodei en «Imaginar otras vidas», añadía que las lectoras y lectores son seres transfronterizos de esos mundos. También muchas de mis lecturas no son de un solo libro. Hay que veces que leo dos o tres textos a la vez rompiendo la regla de la monogamia lectora, aunque hay que decirlo, uno tira más que el otro o los otros. Por ejemplo, los informes de trabajo suelo salpimentarlo con otras lecturas paralelas, si no estos se hacen muy aburridos y sosos – los libros de Derecho me han seducido muy poco, hay laudables excepciones. En estos tiempos desnortados el ensayo me pone más. Pero cada cocinero de folios tiene el aderezo idóneo para leer, aunque no hay recetas únicas,  cada gourmet hace el suyo. Por lo general, no suelo comer/leer a palo seco, lo acompaño con guarniciones y otros aderezos –los peruanos casi siempre echan salsas a las comidas me comenta F, eso me pasa con las lecturas. Además, la degustación adquiere otros sabores que a palo seco.

Cartografías caucheras

Publicado: julio 20, 2022 en Uncategorized

Un mapa- dijo- es una síntesis de la realidad, un espejo que nos guía en la confusión de la vida

Ricardo Piglia

El caucho es un período histórico en la Amazonía cuyos ecos se escuchan hasta hoy. Además, es una herida abierta que todavía sangra en la memoria de estos bosques. Todavía, tengo la impresión, que no se ha hurgado lo suficiente. Infelizmente, la bibliografía sigue saturando el discurso en una sola dirección. Pero sabemos que hay todavía muchas calles por abordar. La extracción del caucho dinamitó la vida social en este lado del marjal. En ese contexto de ampliar los márgenes de reflexión sobre el caucho, se ha publicado el libro «Las rutas del caucho: planos y croquis de la Amazonía 1880- 1930». Un libro de lo más sugerente por los mapas publicados de las diferentes cuencas de la floresta: Amazonas, Marañón y Ucayali. El período cauchero acotado en el título del libro de 1880- 1930 puede admitirse a discusión. Algunos señalan el período cauchero hasta 1920, pero seguramente que esos diez años que cita la publicación puede abarcar el período agónico de la goma –toda la inmigración que llegó con el caucho despegó a otros territorios ante el derrumbe de los precios de la materia prima. Como reza el epígrafe, el mapa es una síntesis de la realidad, bajo esa premisa están estas apostillas. Otros son de la opinión que estos trazos sobre el papel o la hoja digital son intencionalidades de quien los pergeña. En los mapas seleccionados, seguro que hay muchos más en los armarios de la burocracia, se puede advertir que quienes solicitaban las tierras de montaña adjuntaban a la solicitud un mapa delineado por los mismos solicitantes, en otros, se puede ver que estos fueron firmados por peritos agrimensores. Los mapas pespunteados me recordaban a los simétricos trazos coloniales europeos cuando se dividieron África a finales del siglo XIX: terrenos rectangulares o cuadrados que nos hacen dudar que en la realidad no sean así. Hay restingas, sacaritas, barrizales, varaderos y quebradas que no están en los mapas. Recordemos que un mapa que difiere mucho de la realidad no es un buen mapa, estos mapas tan simétricos adolecen de esa cuota de realidad. A lo largo de las doscientos cincuenta páginas no se señala la presencia de indígenas. Es como si la floresta fuera un espacio vacío, es el legado colonial sobre el palustre. Solo he podido encontrar un mapa que señala la presencia de pueblos indígenas, pero en el resto de mapas gana el vacío o de hacer no ostensibles a los hundidos del bosque. Me parece que se podido sacar más provecho de la publicación, la introducción ha podido explicar con más detalle el acceso de la propiedad en los bosques, explicar sí existían registros fiables, los tiempos legales de los recurrentes, las distancias reales y sus limitaciones. Además, hay un serio error de bulto cuando menciona «haciendas caucheras» (la hacienda es un vocablo más de uso de la costa) siendo el uso local de fundos caucheros. A pesar de estas limitaciones de aproximación, el libro es una buena señal de la ampliación de los márgenes en este período tan visitado, pero desconocido.

¿Te gusta la pachanga?

Publicado: julio 14, 2022 en Uncategorized

Cuando se repasa los diarios y las redes sociales sobre el palustre la gran ausente es la cultura, ausente o siempre va residualmente en la sesera de los decisores políticos, los periodistas y otros actores sociales. Esta, la cultura, no es la parte central de ninguna agenda política o de propuesta política y la ciudadanía lo ha venido aceptando sin disidencia alguna. Alardeamos que tenemos una gran diversidad cultural, pero no hacemos nada por ella. Hace poco se celebró las fiestas de San Juan en diferentes lugares de la floresta y con principal foco de atención en Isla Grande. Como sabemos esta misma fecha en el hemisferio norte es el solsticio de verano, en el Cusco es la fiesta de Inti Raymi. Desde que vivía en Isla Grande la fiesta de San Juan ha ido desdibujándose hasta perderse en celebraciones más bullangueras y donde sobresale la elección de la señorita San Juan más si son con ecos internacionales ¿Qué dirán de esto las feministas de los trópicos? ¿O los culturetas del marjal? Ese día seguro que los decibelios alcanzarán su tope máximo permitido, amén de los sufridos oídos. Presumo que para muchos, estas fiestas son intolerables por el ruido y no hay baremos que valga –han confundido la fiesta de carnaval con la de San Juan me decía un amigo. Pero al margen de estos comentarios, esta festividad podría ser una buena oportunidad para mostrar el gran legado de nuestra diversidad cultural, de la mano de la diversidad biológica que tanto nos llenamos la boca y gastamos saliva. Es decir, como se dice, cambiar el chip a esta celebración o darle una vuelta de tuerca. La idea sería centrarse en las diversas manifestaciones de la cultura y de la floristanía – la ciudadanía de los montes- y preguntarse ¿Cómo era la festividad de San Juan y como es hoy?, ¿Qué dicen o como sienten los nuevos ocupantes del distrito que no son amazónicos?, ¿Cómo está cambiando el distrito y en qué dirección?, ¿Hay un plan urbano?, ¿Qué estamos haciendo por el cambio climático (no creo que la bulla y los residuos post- pachanga sea un punto a favor de acciones contra el cambio climático)? , ¿Hay biblioteca o bibliotecas en el distrito de San Juan?¿Suena a aburrido? Como los políticos y políticas dicen que hay que darle lo que le gusta a la gente, la idea sería no ponerle acento a las fiestas sin sentido sino encaminarnos a una ciudadanía más responsable con el entorno y estas celebraciones (no solo San Juan) son una buena oportunidad. ¿Te gusta la pachanga? El cambio nos llama ¿Se imaginan un San Juan sin batahola?

¿Periodismo cultural insular?

Publicado: julio 6, 2022 en Uncategorized

La ciudad insular carece de mitos de fundación, a pesar de vivir en un piélago de mitos que se entrecruzan, cruel contradicción que tenemos como legado que ha deparado una ciudad republicana y descastada. La cittá está en cambios desde hace un tiempo atrás, creo que está cambiando desde que nací. Hay una cartografía urbana que se construye a trompicones y a ratos se vuelve indescifrable en la ciudad boom. Es la gramática que encontré y que heredé, para citar a Joan- Carles Melich. En este contexto y llevando agua para mi molino, recuerdo que los diarios y revistas en la ihla tenían una sección cultural, mínima, pero tenían. Hubo escritores que se dedicaban a esta sección con dedicado oficio. Indicar como precedente, que en la floresta destacados escritores y escritoras, hacían lo que se llama periodismo cultural, comentaban libros, tenían columnas o publicaban entrevistas a las personas dedicadas al arte. Uno podía rastrear o pulsear lo que pasaba en la isla a través de estas apostillas, eran una suerte de parte meteorológico de este lado del palustre. Con mucho tesón, dadas las limitaciones del medio, se troquelaban buenas crónicas culturales. Pero, lamentablemente, esto se ha perdido – espero que no suene en tono de nostalgia ¿Habrán sido las malas y magras pagas que hicieron huir a los escritorxs de este tipo de periodismo?, ¿Serán estos tiempos volátiles y sin norte causante de la huida?, ¿Serán las redes sociales donde cada escritor o escritora se autopromociona lo que escribe y publica? En verdad, la situación ha cambiado sustancialmente. Casi podemos concluir, que actualmente no existe periodismo cultural en este antiguo fondeadero, salvo algunas excepciones que también hubiera que revisar. No existe, el actual es un erial de pasmosas dimensiones. De lo que he podido observar, por las redes sociales y por los medios convencionales, es que las reseñas sobre libros o eventos culturales son tan malas que agreden a la lectura. Ni les cuento los vídeos con ese afán, son para correr y no parar. Ética y estéticamente dejan mucho que desear. Son pergeñadas para salir del paso, sin cariño ni afecto a los libros, a la cultura que se gesta en esta parte de los trópicos ¿Qué es lo que está pasando? ¿Acaso lisonjear o denostar a políticos y políticas es el oficio más rentable del periodismo?, ¿El amarillismo de las crónicas policiales dan más me gustan con el pulgar levantado en las redes sociales y, para muchos, es el indicador del buen camino? Estamos en tiempos de letargo, de cansancio, que a cualquier nadería ponemos un like. En estos momentos de cambios ¿Habrá que recuperar el tiempo perdido del periodismo cultural insular?