El modernismo de un ‘Ulises’ casi centenario llega al siglo XXI
Publicado: marzo 4, 2021 en UncategorizedEl otro día el azar se ha cruzado nuevamente en la historia de Ofelia Montesco, me topo con ella en los momentos más insospechados. Miro el watsap, era un mensaje de Paul Rodríguez Gonzáles, desde Contamana, a las orillas del Ucayali, me quedo aturullado en el sofá de la calle de la granada en Madrid. Con él habíamos coincidido en la presentación de un libro en una librería en Isla Grande, pero en esta oportunidad lo que nos unía eran las búsquedas y hallazgos sobre la vida de Ofelia Grabowsky Edery, conocida como Ofelia Montesco, gran diva del cine de oro mexicano. Tengo que decir que las pesquisas tras las huellas de Ofelia me han hecho recorrer diferentes coordenadas geográficas. Ella es tributaria de dos ramas judías, la sefardita de parte de madre y la askenazí de parte de su padre. He estado en Tánger que es uno de los lugares donde parte el rizoma francés de los Edery, según una de sus parientes que me escribió al blog. He entrelazado información con parientes de ella de Berlín, gracias a la generosidad de mi amiga Elsa Rengifo. Así como también con el primo de Ofelia desde Lima, Daniel, quien estuvo con ella en Ciudad de México. La biografía sobre esta actriz amazónica, poco a poco, se va dibujando mejor. La parte de Grabowsky tiene una historia más literaria, sí cabe, porque es un territorio todavía en tinieblas. Eso puede dar para otra historia como del “El gueto interior” de Santiago H. Amigorena, sobre la madre de su abuelo, quien escribía cartas desde el gueto de Varsovia, cuando los nazis avanzaban sobre ellos, hasta que dejó de remitirlas a Buenos Aires, ahondando más el solipsismo del personaje. En la historia de Ofelia, su padre había decidido retornar a Polonia cruzándose de por medio la Segunda Guerra mundial que interrumpió su plan original, eso puede ser un punto de inflexión para la escritura. Al recibir el mensaje de Paul Rodríguez, fue como un zurriagazo a mi desmaña de estos días. Me comentó que es profesor en el colegio Valentín de Uriarte de Contamana, que junto a la profesora Patricia Tarrillo, se han empeñado en escarbar al detalle la vida de la más grande actriz que ha tenido esta parte de la floresta de Perú. Muchos de sus hallazgos son muy prometedores, lo van publicando desinteresadamente en la página de FB del colegio, lo pueden buscar allí. Inclusive se han puesto en contacto con la familia de Ofelia y están próximos a entrevistas con informantes claves, es decir, han dado grandes pasos en la búsqueda. Es una cartografía emocional que va tomando forma. Sin querer, con Paul y Patricia, hemos formado de facto una cuadrilla de devotos secretos de esta gran attrice amazónica cuyo lema podría ser: Amamos tanto a Ofelia.
P.D. La mejor noticia es que personas, como Paul y Patricia, se han arremangado las camisas y se han puesto a hurgar la historia de Ofelia, desde el lugar donde nació ella, en sus pesquisas señalan que nació en el Lago Chia Tipishca, a unos minutos de la ciudad de Contamana, dependiendo sí el río está crecido o no. Esta misma información lo corrobora el periodista Raúl Herrera Soria. Mi prima Inés Villasís, contamanina de pro, nunca tuvo dudas que nació allí cuando le pregunté por Ofelia, fue categórica como la información que proporcionan el dueto de Paul y Patricia, Ofelia Montesco nació en la profundidad de estos bosques, no lo olvidó nunca.
La fotografía que se publica me fue proporcionada por Paul, son inéditas para muchos, es el bautizo de su hijo Álvaro. Pertenecen al archivo fotográfico de Álvaro Ortiz Grabowsky- Louise Castleton. Se puede ver a la actriz mexicana Angélica María, conocida por las telenovelas en Latinoamérica.
El mismo Paul me facilitó la fotografía, de al lado, es de un cuadro que hay en la biblioteca de Contamana.
David Grossman: “Es muy fácil sacar al racista que mucha gente lleva en su interior”
Publicado: febrero 25, 2021 en Uncategorizedcompañero con quien discutíamos, apasionadamente, por la floresta
La Amazonía con todos sus problemas y posibilidades está envuelta, por estos días, en una lluvia de “pactos” en la que ella poco a nada ha tenido que decir. De la noche a la mañana han brotado como hongos los pactos en una de las zonas de “alta conflictividad social”, como es Loreto, de acuerdo al último boletín de conflictos sociales de la Defensoría del Pueblo ¿De dónde nacen los pactos? Una de las razones esgrimidas de los “pactos” es el contexto electoral o la crisis de la pandemia que mostrado todas las debilidades en la región, sobre todo de gestión de parte de los responsables y, de alguna manera, de la carencia de compromiso cívico de parte de la ciudadanía. En una de las justificaciones de los “pactos” se menciona, como una de las razones, el Bicentenario, pero la cita con la historia es solo residual o de soso aliño a lo largo del texto. Como es por todos conocidos, los planes de ajuste estructural aplicado en los noventa han desvalijado el poco Estado que había y estamos pagando las consecuencias con creces, como es el caso de la salud pública. Como decía hace poco la periodista Sonaly Tuesta, lo paradójico es que en la región “pulmón del mundo” las personas se están muriendo por falta de oxígeno. En medio de toda esta crisis, de varios frentes, emergen los pactos de marras en uno y otro lado del bosque. Uno de ellos promovidos en Iquitos de gran aliento extractivista y con su posición clara a favor de la opacidad como el no al Convenio Escazú. El otro pacto con una visión más “centralista” que pasa de pie juntillas los problemas de la Amazonía, nos dibuja una floresta edulcorada y bastante alejada a lo que se vive a diario, con halitosis utilitarista y de conceptos vagos, que poco ayudan al debate. Estas dos propuestas de pactos, desgraciadamente, nos está mostrando que no tenemos una capacidad de respuesta desde la floresta para rebatirlas, nadie ha dicho nada. Unas influirán más que otras, seguro, por sus auspiciadores que se enjuagan hablando de la Amazonia al margen de lo que suceda en ella. Estamos en el medio de estos dos pufos. Las dos propuestas, a pesar con todo el respaldo que tienen detrás, tienen limitaciones. Seguimos perdiendo.
P. D. Con Ricardo Delgado Tuesta, fui compañero de colegio y de universidad, partícipes y cómplices de muchas reflexiones sobre la Amazonia y de tardes de cine en “los años verdes”. Fino lector, recuerdo que me prestó el libro de Ovidio “El arte de amar”, del cual era un fervoroso seguidor del poeta romano. Su partida fue un zurriagazo en medio de estos tiempos inciertos de pandemia. Todavía vamos asimilándolo. Acompañamos en el sentimiento a su familia. Que la tierra te sea leve, Ricardo.