Archivos para octubre, 2019

Un perfil virtual del revolucionario

Publicado: octubre 31, 2019 en Uncategorized

Soy un fisgón de las redes sociales aunque no participo activamente en ellas. Pero aguzo la mirada de lo que sucede en ese mundo. Con tantas personas en ella se puede llegar a la conclusión que es un bestiario que muestra la humanidad de estos tiempos líquidos. De estos tiempos que se difuminan en horas, en segundos. Soy testigo de esas voces que te catapultan al estrellado o te lapidan (virtualmente) como en los tiempos donde te castigaban con pedradas reales – en algunos países todavía se castiga con estas penas como en el mundo virtual. Muchas veces, me asombro de la construcción de cierta “moralidad” líquida en ese espacio. Aunque también he descubierto que existen muchos personajes fascinantes escondidos en esa maraña. Uno de ellos tiene por características el de soliviantar a las masas. Son muy perspicaces y están atentos a cualquier cosa que se mueva en el mundo. Ellos están allí. Puede ser a través de un vídeo, una frase suelta, el post de un pata que dijo tal o cual cosa sobre la situación de marras. Es un nuevo tipo de solidaridad virtual. Por ejemplo, en los incendios en la Amazonía o en el Amazonas (como dicen por aquí) brasileño emergían en los muros de FB post de solidaridad pidiendo que cesen esos incendios ¿cuál era su efecto?, ¿tuvo algún impacto?, ¿son seres compasivos? Son personas que han traslado sus sueños, sus propias utopías a las redes y, sinceramente, no sé cuáles son sus efectos, seguramente luego de atizar a propios y extraños dormirán mejor. Con la decisión del presidente de Perú del cierre del congreso estos atentos seres del FB lanzaban denuestos contra los congresistas que se oponían al cierre del Parlamento, llamaban a la acción del pueblo a las calles, aunque ellos seguían en el FB y desde muy lejos y sin moverse de la poltrona. Paradojas de estos magros tiempos.

John R. Ancka

Es escritor y guionista. Nació el 08 de enero de 1982 en la ciudad de Iquitos. Abogado de profesión, estudió Derecho y Ciencias Políticas en la Universidad Nacional de la Amazonía Peruana, siguiendo en la actualidad estudios de posgrado en Ciencias Penales en la Universidad Científica del Perú. Ha publicado con Ediciones Altazor el libro de cuentos “Leyendas de Venganza” (2011) y los cómics “Cementerio General” (2012, adaptación a la historieta de la película homónima) y “La tumba de los dioses olvidados” (2017, primera novela gráfica de ciencia ficción en el Perú), ambos con el arte del dibujante Paul Ancka. Asimismo, ha participado de las antologías de relatos “La Última Cena. II Encuentro de Narradores en Ayacucho” (2011), “Horrendos y fascinantes. Monstruos en la Narrativa Peruana” (2014), “201. Lado B” (2014) y “Trece veces Sarah” (2017). Logró el segundo lugar de los Juegos Flores de la Universidad Nacional de la Amazonía Peruana en 2001 en la categoría de cuento y ha sido uno de los organizadores de la primera edición del Salón de la Historieta Amazónica en el año 2009. Actualmente se encuentra desarrollando un proyecto de webcómic, creado conjuntamente con el artista Paul Ancka, contando con la colaboración de diferentes dibujantes, mientras adapta su relato “Leyendas de venganza” a un guion de cine.

1) ¿Cómo confrontas en tu escritura tu relación con la Amazonía?

En realidad nunca pienso en mi escritura en términos de un lugar geográfico, tuve la gran suerte de nacer en la Amazonía, pero es una circunstancia que difícilmente influye en mi escritura, toda vez que soy un escritor que gusta de tocar temas universales y jugar mucho con la historia, los personajes reales e imaginarios. Salvo cuando he escrito usando la Amazonía como escenario de mis ficciones, lo cual ha resultado más complicado que escribir respecto de un lugar lejano o imaginario, porque consiste en reflejar una imagen cercana a mi persona, algo que como poblador amazónico conozco demasiado bien, sintiéndome en el compromiso de ser fiel a ese retrato.

2) ¿Qué piensas de la Amazonía cuando escribes sobre ella? ¿Cómo la representas en tu trabajo creativo?

Escribir sobre la Amazonía es una labor complicada, porque es un escenario donde coexisten diversos planos, pues la Amazonía no solo es selva, tradición, fauna, flora y todo lo demás que implica ese lado, sin embargo, no podemos obviar que la Amazonía también es una realidad que pugna por acercarse a la modernidad, lamentablemente a veces adoptando lo negativo que trae el llamado progreso.

3) ¿Qué libros o artefactos de arte (cine, fotografía, pintura, teatro, etc.) influyen en tu trabajo sobre la Amazonía?
Definitivamente en primer lugar siempre estarán las obras de mis autores más respetados (Dumas, Pérez Reverte, Dick, Clemente Palma), pero también recibo grandes influencias del mundo de los cómics, las películas y los videojuegos. Soy un poco friki en ese aspecto, pues soy mucho de seguir autores, personajes, sagas y franquicias. Siempre he sido claro en indicar que soy un autor bastante dinámico en términos de mis historias, busco contar historias emocionantes con los mecanismos más cuidados de la literatura, he incursionado en el terror, la aventura, la acción, los superhéroes, el género detectivesco y hasta escribí algo dentro del género de capa y espada, así que es fácil ver por dónde van las influencias que me marcan. Y definitivamente, no puedo olvidar la música, ahora escucho mucho a Michael Buble.

4) En tu trabajo literario, ¿Cuál es tu visión futura de la Amazonía? ¿Un espacio nacional, transnacional? ¿Cómo se puede percibir esta visión en la literatura peruana actual?
Creo que la Amazonía es un mundo que cada vez marcará más esa diferencia entre tradición y modernidad. Y esa dicotomía es la que también busco resaltar cuando escribo. Estamos en una época en la que cada vez hay menos restricciones a la hora de crear, ya no existe en el Perú ese lamentable veto de muchas décadas a géneros literarios como la ciencia ficción, el terror, el slasher, el relato de detectives, etc. Lo cual sin duda alguna desembocará en una mayor proyección de los autores, ya libres de esos prejuicios que, prácticamente, constreñían a los autores a escribir solamente lo que se encontraba en una canon autoimpuesto, el cual no hacía más que encorsetar la creatividad de nuestros literatos. Y la libertad de crear nunca podrá ser algo negativo, lo aseguro.

Nota de los editores: Las entrevistas publicadas en este medio cuentan con la autorización de los autores y autoras para su difusión y no tienen fin de lucro.

Huellas ecológicas en la escritura de la Amazonía

Inquietos del camino

Publicado: octubre 29, 2019 en Uncategorized

Hay un escritor en esta parte del planeta azul que es muy admirado por sus viajes por las diferentes coordenadas geográficas y escenarios culturales, una de sus obsesiones fue la región de la Patagonia, entre Argentina y Chile. Viajó desde Inglaterra hasta el Estrecho de Magallanes y otros territorios. Es más, una de sus obras cumbres es “En la Patagonia”. Esa obsesión por ese rincón del mundo fue alimentada por historias que escuchó de niño por un antepasado que estuvo por esas tierras, según cuenta. Da la impresión que es un viajero impenitente, aquí en palabras del dicho castellano, era un culo de mal asiento. En muchas de sus historias usa en dato arqueológico, antropológico pero no cae en ese antropologismo exótico y paternalista. Su prosa me parece fresca, vibrante, a ratos histérica como el buen jazz. Estos detalles lo encontré en una recopilación de folios de él “Anatomía de la inquietud”, cuya traducción impecable es de Mario Muchnik, en verdad, me guié por el traductor al escoger el libro en la biblioteca pública cerca de casa. El libro está dividido en cinco partes. En la primera “Horreur du domicile” es un puñado de retazos autobiográficos de gran factura. Me impresionó lo acerado de su prosa, demuestra que para relatar viajes hay que tener un buen manejo de la escritura, creo que al repujar otros lugares la tensión en relatar es que no te derrote los prejuicios, más aún sí son viajeros del norte económico donde la mochila la tienen cargada de piedras muy pesadas. La segunda parte es una recopilación de relatos. La tercera es clave para entender a Chatwin a plenitud y que lleva el título del libro “Anatomía de la inquietud”, allí con datos trata de entender la humanidad nómada de una parte de la humanidad, como dice él en este ensayo, “somos viajeros de nacimiento”, y razón no le falta. La cuarta es una selección de reseñas, y la última, por su experiencia como vendedor de arte, “El arte y el iconoclasta” que describe la tensa relación del arte y los objetos alrededor de él. Ha sido una buena lectura estival.

https://edition.cnn.com/style/gallery/amazon-photography-19th-century/index.html

Graves omisiones

Publicado: octubre 27, 2019 en Uncategorized

Una niña de trenzas desde el norte económico ha revoloteado los medios de comunicación y ha llamado la atención del público con su postura sobre el cambio climático. Las redes sociales están inundadas de ella, lo que dice, lo que hace, sus imágenes están en todos lados. Primero, fue una noticia casi marginal y poco a poco fue cogiendo cuerpo hasta llegarse a encarar o afear a las personas que tienen responsabilidades políticas. Muchas de estas personas se han sentido incómodas con lo que dice o como lo dice “¿los niños y niñas siempre dicen la verdad?”. Los cierto que ahora sus reivindicaciones sobre el cambio climático es una riada imparable. En muchas ciudades ha logrado emocionar a sus compañeros de generación y han salido a la calle. He visto también que se han movilizado hasta en las capitales de ciudades del sur económico. En paralelo, suelo mirar lo que pasa en FB. Desde hace un tiempo unos niñas y niños kukama en el río Marañón, a través de sus cantos en rap, están reivindicando y protestando por sus derechos de generación a tener un medioambiente sano porque sus ríos, fuentes de vida social y cultural, están contaminados por las petroleras ante la pasividad del Estado. Exigiendo además que antes de tomar una decisión sobre sus recursos naturales estos sean consultados debidamente y con todas las garantías legales. Recordemos que detrás de un derecho ambiental está el derecho a la vida, parece que este principio se suele olvidar. Pero curiosamente, porque no, rabiosamente, también, las niñas y niños del Marañón apenas salen en los medios de comunicación ya sean locales o nacionales porque internacionales ya sería mucho pedir. Esta visión de contrapunto de las reivindicaciones internacionales es el talón de Aquiles de lo que dice Greta, la niña del norte económico ¿Por qué prestan atención a unas niñas y omiten a otras?

http://www.casadelaliteratura.gob.pe/patricia-souza-la-pensadora-rebelde-in-memoriam/

“Las mujeres no hablan del cuerpo con mucha libertad”
http://www.barcelonareview.com/67/s_pds.html

Memorias refractarias

Publicado: octubre 24, 2019 en Uncategorized

Han pasado más de cien años de lo ocurrido en el Putumayo y en otros lugares de la manigua, de las muertes violentas de integrantes de pueblos indígenas en manos de los dueños de las caucherías y de la omisión del Estado peruano en estas muertes, pero a pesar de los años y de las maniobras para olvidar lo sucedido, existe una parte de la memoria colectiva que no quiere olvidar lo ocurrido y que pide que saquemos lecciones de lo que aconteció. No es una memoria revanchista como se quiere hacer pensar, no. Que esas lecciones del pasado nos sirva para enfrentar el presente. Lo que está ocurriendo con los derrames de petróleo en los ríos de la floresta – es la muerte silenciosa que mencionó Rachel Carson, donde se camina con cierta morosidad en los procesos administrativos y judiciales está dando paso a la impunidad, al no señalar a los responsables de parte de las autoridades es una muestra de ello. Hay maniobras dilatorias para no buscar a los responsables, esta es una manera de mirar hacia otro lado. Esta parte de la memoria resistente nos espolea estar alertas, despiertos, no dormirnos en nuestro regocijo. En otras de las lecciones que pide esa memoria resistente de lo ocurrido en la extracción de la goma es que el descepe de los recursos naturales bajo el modelo económico actual es lesiva contra los intereses de la comunidad de seres vivientes. Es un sistema insaciable que cada día pide más y más. En la época del caucho se desarboló el bosque, esto no puede volver a ocurrir porque únicamente ha traído y trae perjuicios. Una situación a reparar es que a pesar de hacer lo indecible, para borrar u olvidar lo que ocurrió en ese funesto periodo de la historia en la Amazonía, es la terquedad de esta memoria resistente de estar indicándonos que el camino no es por ahí.


Werner Bartra Padilla

(Moyobamba 1970- )
Profesor de lengua y literatura, del nivel secundario y abogado, formado en la Universidad Nacional de la Amazonía Peruana.

Obras:

“El patio de los pasos invisibles” (novela corta), ganadora del Premio Nacional de Novela Corta Horacio Zeballos Gamez-2005.

“Mérriman, el círculo se cierra” (cuento), tercer puesto en el Concurso Nacional de Cuento Horacio Zeballos Gamez-2003.

“Las aguas de la guerra” (libro de cuentos), Editorial Pasacalle 2015.

“Un paucar surge de pronto” (libro de cuentos), “Trocha cultural”- DDC San Martín,
2019).

Ha ganado los Juegos Florales de la Universidad Nacional de la Amazonía Peruana,
UNAP, en tres años consecutivos:
1999, “Ojos de serpiente” (cuento)
2000, “La otra orilla” (cuento)
2001, “Poesía rota” (poemario)

Actualmente, reside en Iquitos. Tiene un libro de cuentos inédito y está trabajando en:

(1) Una novela que se ocupa de la vida de un artista atormentado (timbalero) de la música popular, nacido en Moyobamba.

(2) Una especie de novela-diario de las peripecias de un homosexual en la ciudad de
Iquitos.

1) ¿Cómo confrontas en tu escritura tu relación con la Amazonía?

Nacer en un lugar no debería influenciar o impactar en tu personalidad. Debería ser solo, como lo expresó alguna vez Mario Vargas Llosa, “un accidente geográfico”. Empero, en mi caso, no es así. Lo llevo en la sangre. En mi ADN. A pesar de que trato de excluir a mi escritura la influencia de temas recurrentes de la literatura que se produce en estos pagos, no puedo hacerlo. Ser amazónico es algo inherente a todos los actos de mi vida y, evidentemente, mi trabajo creativo no es ajeno a ella. Inclusive, mi afán de utilizar un castellano estándar, muchas veces colisiona con la misma estructura del lenguaje que utilizo cuando escribo. No lo puedo evitar, porque es algo, casi inconsciente. Mi formación académica nunca ha superado a mi naturaleza amazónica intrínseca.

En ese orden de cosas, mi relación con la Amazonía es un amor tormentoso. Este tipo de amor, como la experiencia nos enseña, lleno de peleas y reconciliaciones. Por un lado, me subleva saber que somos una de las regiones que ha avanzado poco en educación y cultura, con gobernantes mediocres y corruptos. Y, por otro lado, me enorgullece pertenecer a una tradición cultural milenaria, cuya influencia histórica en la formación del Perú antiguo, está más que comprobada. Una región que atesora casi todas las lenguas que se hablan en el país. Que tiene una tradición oral muy rica y compleja, de ribetes literarios de enorme calidad. Creo que la producción poética contemporánea amazónica es la heredera, más visible, de esta tradición.

La premisa de mi escritura es que, independientemente que sea una novela o un cuento, debo contar una historia. Y que esta, contenga elementos básicos que le hagan verosímil, creíble. A partir de ahí, construyo escenarios o personajes, que muchas veces son solo complementos de su estructura. Muchos de estos escenarios, físicos y psicológicos, están muy vinculados con contextos amazónicos. En especial, los espacios urbanos o marginales de ciudades antiguas o emergentes. En mi último libro de cuentos, por ejemplo, están varias historias ambientadas en Iquitos, Tarapoto, Moyobamba, Rioja y Pucallpa. Además, de contextualizarlos en Santa Rosa, un pueblo imaginario de la selva peruana, cuya ubicación geográfica puede estar en cualquiera de los departamentos. Relatos que están emparentados con temáticas que, inclusive hoy, son de palpitante actualidad como el narcotráfico, la subversión o los altos índices de pobreza en la región.

Es una verdad de Perogrullo que la literatura hecha panfleto o instrumento didáctico, pierde mucha de su esencia. No puede, ni debe ser utilizado como medio de imposición o difusión ideológica. En ese sentido, trato de que mi obra no sea “propaganda” de lo amazónico. A pesar de esto o por esto mismo, el contenido de lo que yo trabajo, sin ser explícito, tiene un fuerte sesgo de identidad, de crítica y de reconciliación con lo que soy y lo que somos como parte de este inmenso territorio denominado Amazonía peruana. Estoy convencido que ese sello de identidad, esa marca o ese estigma, como queramos entenderlo, será algo que siempre estará presente en mi trabajo creativo, aunque, a veces, intente, de modo estéril, no evidenciarlo. Al final queda la conmoción, entre orgullo y desazón, de ser parte de una tradición cultural milenaria. De paraíso amazónico terrenal, por rescatar o reconstruir.

2) ¿Qué piensas de la Amazonía cuando escribes sobre ella? ¿Cómo la representas en tu trabajo creativo?

Yo no pienso en la Amazonía cuando escribo sobre ella. Fluye naturalmente. No es que diga, este cuento o esta novela tiene que tener un argumento amazónico. No, sin embargo, así sean los tópicos, asuntos como el amor/desamor, no puedo dejar de sentirlos o situarlos desde una perspectiva amazónica. Inclusive los escenarios naturales, salvo excepciones, están situados en la selva amazónica. Es cierto que mi escritura tiene una temática más urbana, pero eso no implica que no haya referencias a esta región, en la que vivo o que sufro, según cómo se lo quiera ver. Esa parte urbana provinciana está en lo que escribo. Ni qué decir de esos escenarios que la crítica denomina, “psicológicos”. Toda la carga de mi idiosincrasia, de mis costumbres, de mis experiencias vitales, exuda Amazonía.

Además, la magia de la literatura está en que, a pesar de no ser tan explícita, puedes referirte a un tema de modo oblicuo o sesgado, pero de modo efectivo, de tal manera que conmueva al lector. Ese es mi objetivo. Tratando de alcanzar ese cometido no realizo extensas descripciones del paisaje o del folklore amazónico. No soy un naturalista (en el sentido estricto de la palabra). Sin que eso signifique soslayar la majestuosidad del espacio amazónico. Al contrario, realizo pinceladas de ese mundo. En uno de mis últimos cuentos titulado “Audrey”, por ejemplo, sitúo la escena en el Puerto de Tahuishco, en Moyobamba. Combino el inmenso dolor/gozo por la que, en ese momento, está atravesando el narrador/protagonista, describiendo el valle que contempla: “Desde el mirador se puede distinguir, al lado derecho, el río Mayo, que semeja una serpiente marrón, inmóvil, petrificada; varada en medio de un infinito espacio verde, teniendo como fondo, la hermosa Cordillera Azul, por cuyas faldas discurren sus aguas. Mucho más allá se divisan las últimas estribaciones de esta cadena montañosa, dando inicio al vasto llano amazónico” (cuento que forma parte del libro “Un paucar surge de pronto”, publicado este año, en la serie “Trocha cultural” de la Dirección Desconcentrada de Cultura del departamento de San Martín). Este fragmento, demuestra, en pequeña medida, que mi trabajo literario está estrechamente ligado al mundo amazónico.

Es probable que el ejemplo anterior solo refleje un mero aspecto estético de nuestra tierra. Es un disfuerzo didáctico, producto de la de/formación de mi primera carrera profesional. En realidad, lo que quiero evidenciar es que bajo esta forma de exaltación de sus bondades naturales, también, en mi obra se muestra, de alguna manera, las terribles contradicciones sociales que coexisten en su territorio. Las heridas históricas que todavía no sanan (lo cruento de los falsos esplendores de los ciclos de explotación económica/humana del caucho, madera, petróleo, oro, coca, etc. y las guerras perdidas con las naciones fronterizas, producto de traiciones de los gobiernos de turno). Creo, además, que mucho de lo que escribo gira en torno a “historiar”, por decirlo de algún modo, lo que, una gran parte de la región amazónica, sufrió/sufre con los flagelos del narcotráfico y las guerras internas. Estas últimas, que involucraron a todos los que vivimos esas épocas, sin estar, necesariamente, alineado a ninguno de los lados enfrentados. Ese grupo humano, denominado “pueblo”, que al final, fue el que más sufrió, en manos de los que decían luchar por su redención y los que juraron defenderlo. En síntesis, mi trabajo creativo, se nutre mucho de esta Amazonía, que se pega a mi existencia como hiedra. Una pátina que no se puede borrar con facilidad.

3) ¿Qué libros o artefactos de arte (cine, fotografía, pintura, teatro, etc.) influyen en tu trabajo sobre la Amazonía?

Un libro que me impresionó cuando lo leí, hace ya varios años, fue, sin duda alguna, “Sangama” de Arturo Hernández. He vuelto a él, en varias oportunidades. Lo paradójico es que, la utopía pretendida y no alcanzada por el protagonista, es andina. Si bien es cierto, la trama se desarrolla en la floresta de la selva baja, en los estertores de la explotación cauchera, el leitmotiv de la novela es la construcción o recuperación de una nación incaica, cuyo centro de poder fue el Cusco y se añora, se busca que vuelva a serlo. Evidentemente, de este detalle no me di cuenta en su primera lectura. Además, otro asunto que pude colegir, con esos regresos al libro, es que se podía narrar, sin caer en lugares comunes de la llamada “literatura amazónica”, a través de historias que recogieran nuestra esencia.

Otro tema muy ligado a mi trabajo literario con relación a la Amazonía, es la música popular. La huerta de la casa donde viví gran parte de mi adolescencia, colindaba con el local de un club social, donde se hacían muchas fiestas, oficiando diversos grupos musicales. La mayoría de ellos, practicantes de cumbia amazónica, vital, alegre, con mucha chispa. A mí me encanta escuchar las letras de las canciones. Inclusive, utilicé algunos de los giros poéticos de estas letras, en mi escritura. Entonces, esta expresión artística —la música—, también tiene influencia en lo que produzco. Y no está delimitada por un solo género. Utilicé el ejemplo de la cumbia porque estaba a la mano en mis recuerdos. Sin embargo, escuchar un chimaychi, una pandilla, un changanakuy, un vals, o inclusive, una balada o pop de la selva, nos ayuda a encontrar conexiones con nuestras raíces. Basta una frase, un estribillo o una tonada obtenida de una canción amazónica para intentar crear un relato.

Otra fuente de la que se nutre mi escritura son las narraciones orales, de las habilidades de muchos coterráneos de contar historias, herencia, probablemente, de los famosos “habladores” ancestrales. Desde pequeño, me gustaba asistir a los velorios. En estos actos fúnebres, aunque suene incongruente, muchas veces, fui absolutamente feliz. Escuchar a esos cuentacuentos era una delicia. Abría tu mente. Tu imaginación. Te trasladaba a otros mundos, a selvas enmarañadas donde habitaban animales colosales y criaturas de fábula (generalmente demonios). Esa experiencia, aunada a mis lecturas tempraneras de autores universales como Julio Verne, Alejandro Dumas, Robert Louis Stevenson, Arthur Conan Doyle, entre otros, fueron decisivos en mi vocación, que se fue cimentando con hallazgos extraordinarios de autores amazónicos como el “Charapa” Humberto del Águila, Arturo Burga Freitas, Arnaldo Panaifo Teixeira y el gran Francisco Izquierdo Ríos. Leer cuentos como “El collar del curaca”, “El bagrecico” o “Piñón a babor”, combinados con “Una rosa para Emily” de Faulkner, o “Los asesinos” de Hemingway, me ayudaron a comprender un poco mejor a mi tierra amazónica. Debo confesar, que el teatro, la pintura, la escultura u otras manifestaciones artísticas, las disfruto, pero la influencia en lo que escribo, es mínima. Aunque, muchas veces, pensé, iniciar una historia ambientada en la época del falso esplendor cauchero, a partir de la observación de un cuadro de Rember Yahuarcani, César Calvo de Araujo o de Sixto Saurín. Es un sueño, que espero concretar en algún momento.

4) En tu trabajo literario, ¿Cuál es tu visión futura de la Amazonía? ¿Un espacio nacional, transnacional? ¿Cómo se puede percibir esta visión en la literatura peruana actual?

La Amazonía, a pesar de ser el mayor territorio geográfico del país, en el imaginario nacional, no existe. O su existencia se percibe como algo lejano y sin importancia. Es prescindible. El mito del vacío amazónico está enraizado en el inconsciente de los peruanos, inclusive de los propios selváticos. Así que la premisa de la que parto en mi trabajo literario es coadyuvar a que esta inmensa región sea más visible. Que la nación (un concepto polisémico) la sienta como suya, se apropie y se sienta orgullosa de que sea parte de ella. Que las declaraciones de su importancia nacional o transnacional sean concomitantes con las acciones que se realicen para preservarla e integrarla, de modo armónico, al mundo.

En ese orden de cosas, lo ideal es una Amazonía cuyos habitantes tengan una mejor calidad de vida. Que los índices de calidad educativa sean aceptables. Que los flagelos de la pobreza, de la tala ilegal, de la minería inconsciente, de la trata de personas, de la corrupción y de la delincuencia en general, se puedan reducir a su mínima expresión y, ¿por qué no?, construir una sociedad amazónica más desarrollada e inclusiva. Es un sueño, pero qué cosa sería la existencia humana si no tendría este tipo de utopías. Considero que la literatura, de modo oblicuo, contribuye a lograr una mejor sociedad. Y espero estar contribuyendo, aunque sea en mínima proporción, a esta ilusión. Esta quimera, tengo la certidumbre, que se puede construir mejor, en el territorio amazónico, donde tenemos el privilegio de vivir, o de volver, si ya no radicamos en ella.

Viene a cuento lo que escribí para una ponencia, en un encuentro de escritores amazónicos, el año 2018, en la ciudad de Moyobamba: “A manera de colofón de mi intervención, es importante acotar, que nuestra literatura amazónica, con todas sus contradicciones, riquezas, oportunidades y posibilidades todavía se está haciendo. Se encuentra en proceso. La eclosión de publicaciones de este inicio del siglo XXI, solo confirman este aserto. Se está alejando de corsés ideológicos, costumbristas, paisajistas y se está volviendo más universal sin perder su esencia y su identidad. Esperemos que las trampas que nos tienda, sean lo suficientemente atractivas para pergeñar obras cuyo valor literario sobrevivan en el tiempo y sean reconocidas no sólo en nuestro ámbito regional sino nacional y, por qué no, en el concierto internacional. Que así sea. El rol de las asociaciones culturales, encuentros como el que estamos inaugurando hoy, ferias de libros, presentaciones de autores, programas de lectura, entre otros, son vitales en este proceso. Es el acompañamiento perfecto a la labor del escritor. Estamos en camino, pero eso no debe impedirnos cavilar sobre lo andado”.

Creo que este tipo de entrevistas, también ayudan en este proceso de repensar la Amazonía, desde la opinión de los que nos afanamos por reivindicarla desde las trincheras de las palabras. Estamos en esta brega todavía. Muchas gracias por brindarme una tribuna donde expresar estas reflexiones.

Nota de los editores: Las entrevistas publicadas en este medio cuentan con la autorización de los autores y autoras para su difusión y no tienen fin de lucro.

Huellas ecológicas en la escritura de la Amazonía

Ensayo sobre el despojo (II)

Publicado: octubre 22, 2019 en Uncategorized

Cuando trabajaba dando capacitación legal a campesinos e integrantes indígenas en la floresta de Perú, me contaron una historia que podría entrar en este lienzo del despojo y reivindicación al mismo tiempo, que estamos tratando de repujar. Era sobre el control sobre los recursos naturales, en este caso, de los recursos hídricos. El mercado de Isla Grande o como llama la poeta Ana Varela, isla de las iniquidades, exigía que hubiera más pescado. Esta exigencia mercantil tuvo un impacto directo sobre las cochas o lagunas en la floresta. Una de las esas cochas fue el famoso lago Rimachi o Musha Karusha como los llamaban también los integrantes de pueblos indígenas Candoshi de esa zona. La ubicación exacta es Distrito del Pastaza, Provincia del Datem del Marañón, Departamento de Loreto, Perú. Es uno de los lagos más grandes de la Amazonía peruana y entre sus características están las famosas “ínsulas flotantes” que recorren el lago a lo largo del día, esa imagen de las islas deambulando es muy rica en matices. En ese lago había el paiche, Arapaima gigas, uno de sus ejemplares más valiosos. El Estado a través de su administración ejercía el control del lago. La población indígena se quejaba de la arbitrariedad del control por parte de los funcionarios del Estado y a ellos se les limitaba el acceso de pesca. Un día luego de una discusión tomaron la decisión que los integrantes de pueblos indígenas de alrededor del lago y aledaños tomarían el lago, ellos tendrían el control directo del recurso más preciado de la inmensa cocha. Para ello urdieron un plan. A los funcionarios los detuvieron, los ataron, les pusieron en unas canoas y los despidieron fuera del lago. Ante el reiterado despojo que sufrían sobre este recurso ellos tomaron una decisión comunal. Este caso no fue una anécdota. En Isla Grande se constituyó un grupo de manejo de conflictos. Este grupo recopiló casos importantes y luego se apostillaron, entre ellos estaba el del caso del lago Musa Karusha. Estos despojos que sufrimos de manera cotidiana hay que registrarlos en un gran memorial.

https://www.abc.es/cultura/abci-siri-hustved-este-premio-para-todas-ninas-leen-muchos-libros-y-niegan-estar-calladas-201910181901_noticia.html