Archivos para marzo, 2014

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Cuñadito, es La Herradura. Puta, que rica playa para correr las olas. No exageres, más al sur hay mejores pero estoy misio para la gasolina del roca. Sí, pero esta está al lado de tu jato, en diez minutos ya estás como pez en el agua. Además hay jermas buenísimas. ¿Así? Que camotudo eres, mira el tubo de la ola y vuela, asu mare, no me vengas con esas vainas. Luego, cuñao, un buen piticlin. Y en la noche juerga a todo tren. Relájate primo, toma una calada y bacán.

Alucinación

Publicado: marzo 30, 2014 en Uncategorized

Cuando se perciben situaciones que en la realidad no existen, los entendidos llaman alucinación. Eso pasa por aquí en la península y en otras partes del perro mundo como señalaba un locutor de radio. La economía va muy mal salvo para los políticos oficialistas (por decirlo de alguna manera, Zapatero veía hasta brotes verdes en pleno hundimiento y Rajoy que hay luz al final del túnel obviando la tasa de paro y desánimo generalizado de las personas). Lo que ellos ven es la razón y única verdad (proyección llamarían los psiquiatras) que no admite discusión y, todos los otros son unos pesimistas de campeonato, unos derrotistas. Que locura y lo peor que esta alucinación es que nos la quieren hacer tragar abriéndonos forzosamente la boca. Igual pasa con el fútbol. He ido muchas veces a las gradas del Santiago Bernabeu y lo que he visto en el partido no coincide para nada con lo sucedido en el campo de acuerdo con los cronistas deportivos que reseñaban el partido. Pensé que estaba desenfocado, me machacaba mi falta de ojo avizor y en pleno sentimiento del océano de culpa me decía que debía que espabilar. Para espantar esos demonios una vez pregunté a un pata que fue conmigo a ver el partido y me decía que lo leído en la prensa no era nada de lo que vio. Respiré aliviado, no era él único tonto que veía así. Ni les digo el último derby del Real Madrid contra el Barcelona, los periodistas, alquimistas putrefactos de la palabra, decían que estábamos ante un clásico histórico, pero de histórico no tiene nada y con un arbitraje de pena, y con los dos equipos sin mostrar su mejor juego [Neymar (amén de su padre) ha demostrado que tiene pasta de actor]. La alucinación o las alucinaciones nos llegan por todas partes, es un mal heredado que viene del siglo XX, habrá que tener cuidado. Los ojos deben estar como los del urcututo.

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En los tiempos de la U un compañero de clase José Luis Pacheco desde muy temprano inmigró a España, un día dijo me voy y no miró atrás. Eran los finales de los ochenta y principios de los noventa. Como él lo hicieron casi dos millones entre hombres y mujeres, están desparramados por el mundo saboreando sales y mieles. Veían que la situación cada día era más adversa. La violencia azotaba en todos los rincones, era un alud [Playa de La Herradura]

En la repetición está el regusto

Publicado: marzo 27, 2014 en Uncategorized

Esperando en la antesala de una consulta médica leo las primeras páginas en blanco del libro, Ciriaco de Urtecho, litigante por amor de Fernando de Trazegnies, está fechado en mayo de 1986 con mi puño y letra. Cuando todavía estudiaba en la universidad, y claro, mi imaginación se retrotrajo a esa época donde emergían las inmensas dudas que albergaba sobre el Derecho – bueno, como al menos entendía el Derecho esa parte de amigos y profesores en ese período de mi vida. Ese libro fue vital para mí, logró que sobreviviese en ese mal salino del Derecho y de interpretaciones lineales y monocordes de la ley, de profesores enfrascados en la rutina y, por que no, con la pereza académica. De Trazegnies invitaba y proclamaba a través de ese libro que el Derecho no es aburrido, es más que el simple “positivismo pop” que es hegemónico en las aulas de las Facultades de Derecho haciéndolo banal, y con gran perspicacia ponía en cuestión al análisis marxista del Derecho, a veces, es tan plano y superficial. Proponía escarbar y cambiar la mirada al Derecho, se entendía mejor las victorias jurídicas de Ciriaco de Urtecho, Bonifacio Pisango, Martina Huansi entre otros litigantes que han abierto fisuras al derecho y abren sugerentes posibilidades. Las luchas judiciales medioambientales como las del río Corrientes se comprenden mejor bajo ese prisma De Trazegnies. Las lecturas sobre Foucault, y sus limitaciones, me estimularon de sobremanera. De hecho me sirvió mucho cuando trabajé el expediente de Bonifacio Pisango que hería de muerte a las interpretaciones monolíticas sobre el uso y aplicación de derecho en la época del caucho. Que los indígenas no eran pasivos, que luchaban, se las ingeniaban, que se apropiaban del derecho y ganaban también sus batallas. Volver por unas horas a la obra De Trazegnies fue un latigazo contra el marasmo que a veces besa el escritorio.

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¿Te diste cuenta que la universidad castró nuestras ansias por investigar? Compadrito, no queríamos ser unos abogados de códigos, traje impecable y paseando en los tribunales. No, esa clase de tinterillos no queríamos ser; ¿qué?, mayordomos del establishment, no. De la repetición cacofónica de la ley, no. Queríamos mirar al ejercicio del derecho con otros ojos. Pero te hacían papilla de un golpe.

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Subo hasta la loma más alta de la ciudad cuyas calles están empedradas y me topo con el inmenso rostro de Francisco de Orellana, está en piedra y con uno de los ojos parchados – una huella de sus exploraciones. A unos metros de su casa vivían los Pizarro, el rumor es que se tragaban pero no se pasaban sobre todo con uno de ellos. Orellana está en la sombra de la historia. Se le conoce poco ¿Será la floresta que lo cubre todo?

Noticias para memos

Publicado: marzo 25, 2014 en Uncategorized

Los diarios cada día publican noticias para idiotas, para memos de campeonato y felices. Este es un proceso, lento pero seguro, de volver idiota a la gente [no lo digo yo, lo decía de alguna manera desde hace un tiempo el filósofo T. Adorno en Mínima Moralia]. Y añadía, eso es fascismo. Es una gota de agua que cae todos los días modelando los cerebros y las neuronas. El mensaje es claro: no pensar, lo que pase alrededor interesa poco a nada, es el no compromiso. Es la idea de construir poco a poco a un narciso poco empático con los demás, sumergido jugando a los videojuegos y sin leer una página. En este sendero, está muy claro que Internet no les ha venido bien a los diarios. Los ha desnortado y ha roto cualquier criba posible que pudiera haberse previsto. Abres uno y dice: miren como Neymar celebra no se que cosa ¿? Y el deportista canta y come harina ¿Eso es noticia?, ¿La famosa “viral o virales” son noticias? Hay una imagen que se cuelga en la red, por ejemplo, un pata en plena flatulencia y eso se convierte en “viral y han sido vistas por dos millones de personas”, y parece ser que la cantidad de personas que lo vieron le da legitimidad para ser catalogada como noticia y lo peor es que los telediarios reseñan tremenda estupidez ¿es eso posible? Es cierto que en Internet ha movido las fronteras, los límites, ha hecho escabeche a lo que es noticia o no. Los ha puesto patas arriba y sin capacidad de respuesta. Los ha cogido dormidos o en plena siesta a los editores de noticias y a los mismos periodistas por eso los resultados saltan a la vista y son clamorosos. Advertir en medio del caos: cualquier estupidez no es noticia.

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Estoy en Trujillo, Extremadura hasta aquí en trajo el espíritu errante de Juan Aymena. Desde que escribí sobre este Uitoto errabundo tampoco yo he parado, soy el kukama de la diáspora. He dado mil vueltas desde Pucaurquillo a Dakar. Por sugerencia de una amiga me detengo frente a la puerta donde la ciudad despedía a sus emigrantes a las Indias. Me cuenta que hay muchas lágrimas y largos silencios en los pasos de esa puerta. Muchos de los que la cruzaron jamás volvieron. Iban a descubrir mundos. Una nueva vida. Estoy en este viaje de vuelta y la brújula ha reventado.

Días de invierno

Publicado: marzo 23, 2014 en Uncategorized

El invierno ha aflojado un poco por la entrada de un anticiclón en la península. El buen clima hace cambiar el humor de la gente, el gruñido hispano, tan endémico, cambia unos grados que nos hace pensar que han sido tocados por los ángeles aunque sea de manera provisional. Las temperaturas son saludables, puedes ir en manga corta y una chompa, y bacán. Las terrazas se llenan de gente para beber y conversar, a la tertulia [aquí se toma para hablar, en nuestros países para emborracharnos y olvidar, decía Octavio Paz]. Los telediarios te dan la matraca con el buen clima y los reporteros y reporteras entrevistan a cualquier personaje ansioso que quiere su minuto de gloria y sueltan cualquier patochada, ni les cuento las preguntas que son las mismas de todos los años, renovarse es morir para ellos y vuelven a repetir el guión. Es una monotonía preocupante que nos vuelve idiotas. Por eso decidimos movernos unos metros. A una hora de Madrid, en autobús, en la frontera de Castilla León y Madrid está San Rafael [Los Ángeles de San Rafael para ser más exactos] y fuimos a pasar el fin de semana. La última vez que estuvimos hacía un frío de muerte. Salías casi congelado, lo pensabas dos veces para salir se casa. La lectura de Amoz Oz “Una historia de amor y oscuridad”, fue un buen refugio al paisaje helado y desangelado. Gran historia para leer. En muchos de los pasajes narraba la diáspora, el exilio, de los itinerarios de nunca terminar que se parece a mucho a la vida de los que vivimos en esas comarcas de las aguas dulces y salobres del destierro voluntario. El viento sonaba como en las películas de vaqueros que veía cuando era niño. El bosque a menos de cien metros se bamboleaba con el aire helado. Confieso que no es mi intención pintar el paisaje como un despistado neorrural, me provoca arcadas y no reniego de ser urbanita, es sólo un guiño a la tranquilidad que no encontramos en la urbe de cara al paisaje más silvestre.

 

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¿Acaso no vivimos al fondo del río? ¿No sientes que el agua sabe a gasolina? Está horrible y me afloja el estómago. La madre de Mariano ha fallecido en el hospital por un cáncer, dicen que es el agua que tomaba de la quebrada. Hay una cañería de la petrolera que arroja residuos a la quebrada. Aquí en Santa Cecilia nos enfrentamos todos los días a la muerte.