Ana Varela Tafur, Librería Bernat. Barcelona, 2018
Cuando una amiga o amigo gana un premio literario nos llenamos de júbilo, es una fiesta. Sabemos que detrás de esta distinción hay un trabajo perseverante de lidiar y depurar las palabras, que son horas gastadas en su habitación propia, de desdeñar mezquindades del oficio que nunca faltan. El goce de este premio hay que entenderlo porque la floresta de Perú presenta los índices más bajos a nivel nacional, de lectura y comprensión lectora – en el ámbito nacional tampoco las cifras andan de lo mejor, cada peruana o peruano lee dos libros al año, lo dijo la ministra de cultura. El 20 de octubre de 2023, se hizo público el fallo del Premio Nacional de Literatura –Poesía, resultando ganadora la poeta Ana Varela Tafur por el poemario «Estancias de Emilia Tangoa». Es un premio para celebrar no solo los amigos sino también la población de la Amazonía, y porque no, de Perú. Es un acontecimiento de dimensiones que ha hecho retumbar al obsceno y androcéntrico centralismo peruano. Sin embargo, el laurel literario extrañamente ha sido recibido con cierta frialdad y silencio que no se entiende (como si molestara ¿o será la envidia esa emoción tan universal y tan arraigada en los sanedrines bosquesinos?), no sólo en el patio local sino también en el ámbito nacional donde estos lauros se toman con indiferencia. En la esfera local, el premio coincidió con el epílogo de la Feria del Libro de Loreto que sería un escenario ideal para la celebración de este pergamino, pero no fue así, la feria dio la espalda a este acontecimiento siendo un hecho incomprensible. Hubiera que recordar que el reconocimiento literario de Ana Varela Tafur traspasa las fronteras de la Amazonia rompiendo esa telaraña mental que adolecemos los amazónicos. Ha sido traducida al inglés y al italiano, su poética es genuina en la literatura peruana y continental. Añadir que la obra de Ana Varela Tafur es patrimonio amazónico, como los poemarios de Carlos Reyes, que nos deberíamos sentir orgullosos, no los discutibles textos que se leen en el Plan lector prestos a canonjías y de mirada corta de luces. Además, este reconocimiento va más allá porque nada a contracorriente de las políticas culturales magras, fallidas y poco imaginativas alrededor de la lectura que asolan estos bosques. Este galardón es una reivindicación a la palabra, a la lectura, a la amistad, al Grupo Urcututu, el poemario galardonado es un testimonio de esta Amazonía que está sumida en bajo el espectro de la emergencia climática que viene de un tiempo atrás. Es una recompensa por pergeñar una floresta diferente a lo que vemos a diario. Las amigas y no amigos seguiremos celebrando este premio a pesar de la apatía.