Archivos para enero, 2024

La sentencia en mayoría del Tribunal Constitucional (TC) sobre de los Asentamientos Humanos de Iván Vásquez Valera y 21 septiembre, en el Distrito de Punchana, en Loreto, Perú, falló a favor de un medioambiente sano y saludable, el acceso al agua potable, a la vida, a la salud, a la integridad física, acceder a la vivienda, acceder a los servicios públicos y bienestar. Este veredicto deja un sinnúmero de lecciones que como integrantes de la ciudadanía amazónica debemos ir metabolizándola por el bien común. Una de ellas es el reproche de la magra situación de acceso al agua potable y alcantarillado, llega a llamar el TC: «Estado de cosas inconstitucional [en la región Loreto] «a la vulneración masiva del derecho al agua potable, debido a la falta de acceso a la red de agua y al sistema de alcantarillado, en especial en los sectores que se encuentran en situación de pobreza (el subrayado y la cursiva es mía)», esto es una seria llamada de atención a los gobernantes de esta Región, pero parece no importarles mucho. Hace unas semanas los abogados del caso Punchana reclamaban la falta de cumplimiento de la sentencia ante la actitud de marear la perdiz de parte de las autoridades competentes.

En el mismo fallo judicial, se alude al concepto de «Constitución ecológica», noción que pone en discusión una de las magistradas, pero es de un enorme calado por quienes creemos que existe un derecho amazónico en construcción y la sentencia se encamina en esa dirección. El fallo tiene grandes aciertos, aunque también cuestiones por afinar como el de incorporar adecuadamente el uso de indicadores ante los casos de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales (DESC) para su valoración y posterior seguimiento. Pero comentarios aparte que en su momento ahondaremos, quisiera centrarme en otro derecho que menciona la sentencia como es el de derecho de acceso a la vivienda. En la ciudad de Iquitos, por poner un ejemplo, existe un alarmante déficit de este derecho, darse un paseo por los Asentamientos Humanos corrobora ese déficit. En los planes de los candidatos de gobierno en las instancias regionales o de los gobiernos locales se pudo advertir la omisión en la implementación de este derecho, es dejado de lado. Se debería prestar debida atención porque se trata de un derecho fundamental, de obligatorio cumplimiento porque hacer realidad este derecho no es baladí, así pondría en orden el caos urbano en que está envuelta la ciudad y no llevarse las manos a la cabeza y quejarse ante la ocupación de los terrenos baldíos. Me preguntaba ¿Alguien ha planteado la construcción de viviendas de protección social? Hay que tener en cuenta la interconexión de este derecho con otros derechos indispensables para el desarrollo de la persona humana como es el derecho a la salud, medioambiente, alimentación, acceso al agua potable. OTROS SÍ: En un informe técnico del expediente judicial de Punchana se dice que de las 25 regiones del país, Loreto encabeza la lista con mayor déficit en el acceso al agua potable proveniente de red pública, alcanzando sólo un 56, 3%, apenas la mitad. Con estas cifras escalofriantes no queda otra que exigir que el derecho al agua potable y alcantarillado sea realidad en la región que se ufana en poseer el río más caudaloso del planeta azul y que los vertidos de las aguas residuales van directamente al río Amazonas.

El mal gusto es una seña de estos tiempos por más que haya restaurantes y cocineros de alta cocina que están regados por el mundo pregonando las bondades de sus buenos fogones en foros y cámaras de televisión. El otro día miraba por la tele a un célebre cocinero que hacía una hamburguesa para sus comensales y se quedaba tan pancho ¿Esa es una buena comida? Sabemos del alto coste ecológico de una hamburguesa, pero claro, lo hace un cocinero famoso y de famosos y todos aplauden. Así se camina en estos tiempos donde el buen gusto ha sido desdeñado. Pero de gustos y de sabores no es bueno discutir, ya decía ese viejo adagio que sobre estos, los gustos, no discuten los autores y menos los habladores, pero la especie humana no aprende y están dale que te pego con los mismos debates sobre los gustos. Miro con frecuencia programas de cocina, algunos te pueden dar algunas ideas, ojo, solo ideas para cuando te metes a los fogones –me parece repugnante la exagerada cantidad de sal que se echa en las recetas y escuchamos la frase del cuoco: sean generosos en sal, sí, sí, con un alto coste al colesterol y los tiglicéridos ¿tenemos una buena cocina? Yo pusiera en duda, es mejor tener unos ingredientes sanos (pudiera ser la cocina de kilómetro cero, para aprovechar los ingredientes de la zona) y a partir de ir se puede ir construyendo una buena comida, digo gastronómicamente hablando. Hace poco se publicó la noticia en las redes sociales, como no, que el juane, plato de bandera de esta parte de la floresta, es uno de los peores platos de la cocina peruana (aunque no solo era el juane en esa lista). La noticia ha levantado ampollas, y vaya coincidencia que haya salido en el aniversario de Iquitos, y observamos a una horda de comentaristas e iracundas cofradías de los fogones regionales izando banderas a favor del plato amazónico; me parece que el juane se defiende solo y que no necesita sobreactuaciones en su defensa, seguiré comiendo juane, mejor si los hace mi madre que su sabor me evocan a los tiempos de la infancia cuando íbamos de paseo. No sé si alguien ha cuestionado a la comida chatarra que es una de las peores desde todo punto de vista gastronómico y la gente sigue comiendo sin ponerle muchas pegas disfrutando de una comida de cuestionado sabor y gusto. Lo de los gustos es meterse en unos indeseados jardines, pero también es un debate que no tiene mucho recorrido.  

En el último viaje a Iquitos, antes de subir al avión, con mi hermano hice una rápida romería por el cementerio general de Iquitos, es una vieja práctica familiar implantada por mi padre, uno está intranquilo y pesaroso si no ha visitado a los ancestros y familiares que reposan allí. Me llevó a tumbas célebres como el de Fermín Fitzcarrald, Víctor Morey Peña, recordemos que este artista amazónico es quien pintó la cubierta de la primera edición de Trilce de César Vallejo. También pasé por la tumba de Jorge Gasché, antropólogo y bosquesino cuyas reflexiones sobre esta parte de la floresta siguen palpitando. Y la curiosidad, me llevó al panteón del santón Rosendo, de gran devoción popular por las muestras dejadas por sus fieles. De paso visitamos el cementerio judío, siempre que puedo voy a hacer una visita, esta vez noté que en algunos sepulcros han adicionado bancas de cemento frente a las tumbas rompiendo así la unidad estética y de diseño de este espacio, espero que corrijan tremendo despropósito que agrede a la vista. Desde hace un tiempo advierto que este camposanto es un desbarajuste total, recuerdo que en mis tiempos de infancia, era un cementerio ordenado, de cuidados jardines verdes y, cómo no, invitaba a la reflexión, a esa paz ansiada en ese osario. Hoy es un espacio urbanísticamente degradado y maltratado. Ha habido tal desborde que el Estado no ha sabido gestionar ni prever, ha sido arrasado por ese tsunami dando como resultado una brutal tugurización. En este peregrinaje se ve tumbas en los antiguos jardines sin ningún criterio ni orden ni concierto, apiñadas y cada deudo ha hecho los sepulcros según su discutible gusto, el liberalismo en su expresión combi o motocarro ha impregnado en este camposanto. Hay panteones donde introducir un catafalco es toda una proeza, hay que ponerle mucha imaginación y martillo: se cruzan en su trayecto espinosas y estrechas escaleras y postes, haciendo imposible un descanso digno del fallecido ¿Qué ha pasado? En los cementerios están alojados parte de la memoria e historia de la ciudad y lo estamos maltratando, este principio urbano ha sido y es ignorado a quienes les compete la gestión de estos lugares de sosiego. Parece que las autoridades se han propuesto a que no haya paz sobre las tumbas.