Archivos para marzo, 2020

La amistad de Bartleby y el rapero

Publicado: marzo 26, 2020 en Uncategorized

https://elpais.com/cultura/2020-03-12/la-amistad-de-bartleby-y-el-rapero.html

El bicho está en casa (II)

Publicado: marzo 24, 2020 en Uncategorized

Esta situación de tener en el cuerpo un virus global es toda una experiencia y muestra nuestra pequeñez ante lo que se pueda venir más adelante. Todo o casi todo es incierto. Es un futuro sombrío lo que nos espera, eso dicen. He estado días sin venir a escribir alguna cuartilla, no podía, las pocas ganas me dejaban postrado en el sofá cama. Extrañaba no estar delante de la página en blanco. La desgana podía más. Nos hacen seguimiento por teléfono para saber cómo vamos. No estamos en el grupo vulnerable. Las noticias siguen siendo desoladoras. El contagio sigue su raudo ritmo. Me comentaba el médico que no intentan controlarlo sino gestionarlo de la mejor manera. Ha sido un tsunami. Así con mis desmarridas ganas me puse a leer algunas lecturas pendientes. No era fácil, lo hago con lentitud y torpeza. La febrícula está latente en el cuerpo. El malestar del cuerpo me produce un cansancio sin precedentes. Me gana el pesimismo. Oteo cuando puedo el FB, hay cada personaje en los tiempos del coronavirus. Me produce risa y vergüenza ajena el bestiario que tenemos. Hay unos que se sienten los observadores de lo que está ocurriendo y van dejando apostillas (citas a poetas incluidos) que son comentadas por sus patas o seguidores – claro está con grandes dosis de egocentrismo de por medio del susodicho ¿habrá encontrado la dicha del FB hace poco este personaje? Otros bípedos van colgando chorradas o difunden bulos que llegan a ser noticias falsas. No tienen freno social. Apenas puedo ver unos minutos que termina cansándome. Acudo a los diarios donde solo salen cifras nada alentadoras sobre el virus, “todavía falta lo peor”, reza uno de los epígrafes. Por estos días el cristal con que veo el mundo está bañado con una profunda desilusión, se lo digo a F por el watsap y me pone un emoticono de preocupación.

https://elpais.com/elpais/2020/03/11/eps/1583947410_967306.html

El bicho está en casa

Publicado: marzo 22, 2020 en Uncategorized

El bicho está en casa. Es un inquilino molesto, te incordia, te altera, te quita las ganas de leer a momentos. Te hace pasar malos sueños. Pensar que hace unas semanas atrás se hablaba del famoso coronavirus o COVID- 19, lo veíamos lejos en China, ignorando que el mundo cada vez es más pequeño e interconectado para lo bueno y lo malo. Luego asoló Italia y durante semanas hemos estado hablando y leyendo de su propagación por todas partes del planeta. Así con todos esos precedentes, aparentemente, lejanos se instaló en casa, hemos estado expuestos a él en los viajes en el metro, autobuses, espectáculos deportivos, reuniones. F fue la primera en caer. Me dijo con contundencia y sin dudarlo, “he pillado el virus, tengo fiebre, por lo general, nunca tengo fiebre”. En el trabajo su jefe tenía el virus y posiblemente lo haya adquirido allí o no. Fuimos al centro médico y el diagnóstico le dijeron que, efectivamente, el bicho estaba en su cuerpo. Ella cayó un viernes y yo un domingo, un domingo negro. Desde entonces vivimos separados de hecho. Ella en una parte de la casa, en la habitación. Y de mi parte en la sala, el sofá cama, es mi nuevo centro de actividades y mi reino. Preparo la comida y soy el primero en comer, luego viene ella. Ha trastocado nuestras vidas el virus en cuestión de días. Apenas nos hablamos o nos mandamos mensajes por el watsap. Nos han dicho para priorizar la higiene, estamos en ello y cumpliéndolo a rajatabla. Las fiebres de los primeros días dejan al cuerpo como una piltrafa. El dolor de cuerpo y el malestar es siempre constante, no te deja fácilmente. La cabeza parece estallar. Tienes pocas ganas de hacer hasta las cuestiones más simples. El cuerpo se resiente a igual que la mente. Las ganas de comer se reducen, te provoca repugnancia la comida. Son días muy duros.

Videos “Ayacucho es también Amazonía”

Adiós, professore

Publicado: marzo 19, 2020 en Uncategorized

Son alrededor de las seis de la mañana y ojeo los diarios, esa mala costumbre que tengo desde la adolescencia. No son las hojas de los diarios con grato olor a tinta, no, son los “folios” digitales de los periódicos que te excluyen de ciertas noticias y que tienes que pagarla para estar informado. Me comentaba una amiga que ella desde muy temprano huye de leer periódicos y de escuchar noticias, eso no va conmigo. No necesita llenarse la cabeza con los acontecimientos del día, ella prefiere sus propios acontecimientos le atiborren los pensamientos. Soy de los que prefiere leer las noticias temprano y comentarlas con F sí es importante. Así al margen de estas decisiones de leer o escuchar, o no, noticias leía que George Steiner había fallecido, lo dijo uno de sus hijos. Para mí esa noticia fue un varapalo, era uno de los pocos humanistas que todavía quedaban en este océano incierto y de tiempo líquido. Recuerdo que una vez en Cagliari, en una cena después de una reunión, me senté al lado de una señora que me comentó que traducía a Steiner, me llenó de asombro. Sí, me dijo, no es un escritor fácil. Luego a través de otras lecturas observaba que en las citas a pie de página mencionaban a Steiner o glosaban sus comentarios que podían o no estar de acuerdo con él. Así empecé a seguirlo y no he dejado de hacerlo. Leí, muy naif “En el castillo de Barba Azul” que me dejó con muchas ideas bullendo en el escritorio, sobre todo relacionado con la floresta de Perú y la manera de pensar sobre ella. En plena crisis del desafecto y afectos contradictorios con Europa de propios y ajenos, disfruté de la lectura de “La idea de Europa” entendí mejor la historia del viejo continente, sus procesos y mares de fondo, la idea de una Europa con sus diferencias y sus puntos de encuentros. Sigo tras de sus libros, es el mejor homenaje a un amigo literario, leerlo mientras parte.

https://larepublica.pe/sociedad/2020/03/02/compasion-acerca-de-toros-gallos-y-humanos-por-maruja-barrig/

Memoria de los salvados

Publicado: marzo 17, 2020 en Uncategorized

¿Hay una memoria “de los salvados” en el Putumayo? Tenemos que decir que no, lamentablemente. Otros han hablado por aquellos que han sufrido la barbarie en las estancias caucheras del Putumayo, al menos en Perú, más en concreto en la Amazonía norte. Ha sido ese testimonio diferido, en los Informes de Roger Casement o del juez Carlos A. Valcárcel, están ellos, sí, casi de perfil, y a media voz. Todavía la memoria del caucho adolece, de una parte, de ese amasijo de memorias que nos falta escuchar y leer. Se debería pergeñar un mosaico plural para mostrarnos ese período todavía esquivo. Parto del barrunto que sí se logra reconstruir esas memorias muchas cosas quedarían mejor aclaradas; falta todavía esclarecer el impacto del caucho en la propia selva baja, la selva alta, la selva central o en Madre de Dios y en otras partes de la Amazonía. En ese sentido, hay avances en trabajos tímidos, por el ejemplo, en Nauta y otros sitios que intentan rescatar la voz de los ausentes. Es menester de aplaudir ese esfuerzo o esfuerzos aunque parecen un archipiélago de buenas intenciones todavía. Desgraciadamente, los que hacían los trabajos etnográficos en los años después del boom cauchero prestaron poca atención y tenían otros objetivos e intereses. Había improvisación en aquellos que visitaban los archivos, con precaria infraestructura y la displicencia de propios y extraños con el tema ¿Cómo es posible que aquellos que visitaron los archivos no hayan encontrado los expedientes judiciales del Putumayo? Pude verlos antes que se calcinaran del incendio que convirtió en cenizas los archivos de la Corte Superior de Isla Grande. Con todo este déficit advertir que con los trabajos de la memoria que van padres a hijos y de todo el entorno familiar, la familia extendida incluida, hubiera que tener mucho celo. La que mejor engaña a nuestros recuerdos es la propia memoria, indican casi todos los entendidos, pero parece que esa sugerencia a tener en cuenta, en la floresta, se hace caso omiso. Para ello hay que tener unos buenos trebejos de por medio y gran sensibilidad.

https://elpais.com/cultura/2020-03-06/muere-el-pianista-mccoy-tyner-miembro-del-cuarteto-de-coltrane.html

“Servidumbre del método”

Publicado: marzo 15, 2020 en Uncategorized

Hace unos meses atrás, ya casi un año, fui operado de una hernia inguinal, me parece que es el nombre correcto. Pensé que eran unos dolores musculares del deporte y el diagnóstico final es que era la hernia. Recuerdo que fue un sábado la operación, el día anterior había ido a ver tenis y estuve sin jugar casi tres meses y días. Una recomendación del médico que me operó fue caminar, caminar. Desde que me levanté del quirófano hice caso, a rajatabla, del consejo médico, no paré de caminar (F me dice que en las recomendaciones médicas soy fundamentalista de tomo y lomo). Aunque no todo camina sobre ruedas. Unos días después, antes de la supervisión médica que casi a los cuarenta días después de la operación, tuve fuertes dolores debajo del lugar que me operaron. Me quitaba el sueño y mucho paracetamol, así que fui al médico (el médico que me operó no volví a verle la cara- además, el día de la operación estaba con una mascarilla). Me hicieron una tomografía y me dijeron que esos dolores eran normales y que la operación de la hernia estaba correcta. Los dolores continuaron (hay algunos amigos no ejercieron siquiera una empatía de mínimos y se enfadaron conmigo, pensaba que exageraba con la operación) sobre todo después de caminar o al dormir. El médico que me vio en la consulta resultó ser una persona afable, me explicó que muchas veces en esas operaciones suelen toparse con algunos nervios, y que el tiempo era el mejor remedio. La respuesta la acepté a regañadientes. El dolor siguió ahí dándome molestias. Así que por tercera vez acudí al especialista, un señor muy majo. Tenía sus buenos años encima y también amable. Le expliqué lo que me pasaba, sonrió levemente. Me dijo en tono doctoral, lo que te ha pasado es un típico caso de “servidumbre del método” ¿Qué?, ¿Cómo?, sonrió y me explicó resumidamente que por más método supuestamente infalible que se emplee puede tocar estos algunos nervios que dejan esas secuelas, y que con el tiempo me pasará. Me quedé saboreando el concepto de la servidumbre del método hasta dar con esta crónica.