Archivos para julio, 2017

http://www.repubblica.it/spettacoli/tv-radio/2017/07/28/news/e_morto_il_dottor_pasquano_di_montalbano_addio_all_attore_marcello_perracchio-171870117/

El olor del parinari

Publicado: julio 30, 2017 en Uncategorized

La lluvia tropical había descargado torrencialmente que parecía que caía un alud de piedras a punto de romper el techo. El sonido era atronador. Como viñetas que adornaban la tormenta caían rayos y truenos en la oscuridad de la noche que le recordaba a los turbiones de su infancia. La noche se iluminaba a golpe de fulgores por los rayos que dibujaban ramas torcidas en el cielo penumbroso. La lluvia cambiaba todo. Se fue la luz eléctrica por unas horas, la ciudad se quedó en apagón, no era novedad ante una lluvia de esa intensidad. Se escuchaba la sirena de los bomberos. Las canaletas del techo estaban obstruidas con las hojas secas del mango del vecino, anegó por unas horas dejando un rastro de humedad en forma de un continente en el cielo raso. Gafes de vivir en esta isla, bisbiseó sin amargura y profunda resignación. Gracias a esa tormenta tropical de anoche la habitación se mostraba más fresca que el ventilador se hizo imprescindible. Pasada la tormenta se quedó hasta las tres y veintiuno de la mañana leyendo y esbozando algunas crónicas para su blog. Duerme poco estos días. Luego de caminar muy temprano y antes que salga el sol, el médico le había recomendado hacer ejercicios y tomar mucha agua (unos dos litros diarios), regresó a su habitación y se puso a ver si tenía algún mensaje por el móvil y nada. El café con leche sabía mejor que el de ayer ¿será la calidad del café? Es ecológico y no usaban plaguicidas, se leía en una de las etiquetas que llevaba un sello de agua la imagen de un grano de café del valle de Chanchamayo. Lo acompañaba con unas galletas un poco pasadas que estaban en una de las repisas de la cocina, todavía se podía comer porque la fecha de prescripción era dentro de un par de meses. Encendió el televisor y en el primer canal pasaban un programa infantil con una chica guapa a cargo del programa. Que bailaba y cantaba meneando el trasero ¿eso quieren los niños?, ¿no sería mejor algo para que piensen mejor? Son sus berrinches mañaneros. Se puso a zapear y se detuvo en un programa de entrevistas que pilotaba un viejo conocido y amigo untuoso de los gerifaltes insulares, el personaje era un ingeniero- comerciante que se rumoreaba que aspiraba a cualquier puesto político en las próximas elecciones. Estaba desesperado para figurar en la palestra. El ingeniero con gafas de pasta redondas (parecía a un nerd) estaba oficialmente en campaña. Sus asesores de prensa e imagen le dijeron adulonamente que tenía buen gancho en el público femenino – lo peor es que se lo creyó y con su voz redicha lanzaba cátedra en los diferentes temas y todos sabían de su supina ignorancia. En la entrevista lanzaba denuestos a todas las autoridades y funcionarios. Las manidas quejas que eran ineficientes, que la región necesita mejor líderes y que él encarnaba un proyecto nuevo, diferente a lo que se venía haciendo, pero nadie sabía cuál era su puñetero proyecto (sin mencionar su pasado de trapicheos y sobornos con el municipio de la isla de enfrente en el recojo de basuras, olía al supay). Luego de escucharlo unos minutos, apagó el televisor. Esa mañana, dijo malhumorado, empecé con el pie izquierdo y asestó un furioso golpe con la mano en la pared hasta sentir un ligero dolor. Es más de lo mismo y lo peor es que la gente embuché ese mensaje.


Tres libros para tumbar el mito de la tierra prometida/ Erwan Hesry

http://www.eldiario.es/cultura/tres_libros/libros-expatriados-lugar-mejor_6_649945002.html

Viñetas de Bissau

Publicado: julio 27, 2017 en Uncategorized

Nesta longa e oscilante vida
de Pátria dorida
a firme esperança que nos anima
advém do incerto

Edson Incopté (Bissau, 1987. Poeta guineano)

La poeta Elvira Sastre. Unai Mateo

https://www.infolibre.es/noticias/los_diablos_azules/2017/06/23/entrevista_elvira_sastre_66737_1821.html

En la imagen de la televisión sale un señor con traje y corbata, gafas de sol y con reloj muy caro. Sonreía muy serio a la cancha de tenis pero con los pensamientos puestos en otro lado. Tenía una copa de licor en la mano. Estaba acompañado de una chica de cabello negro y tez blanca, gafas de sol de marca y los labios repintados de color rojo. La pareja ideal y casi perfecta. Estaban muy atentos, cada uno a su manera, a lo que sucedía en la pista de Wimbledon, en la cancha central, donde juegan los que quieren los organizadores, pocos son los privilegiados – ellos tienen su debilidades por ciertos jugadores. El empresario atildado, minutos antes en la City, había hecho un jugoso contrato internacional. Mientras veía el partido él sacaba cuenta de las utilidades y una sonrisa de avidez iluminó toda su cara. “Esas commodities, es un negocio redondo”. Los jugadores sufrían en el tie break, que se hacía largo. Se necesitaba mucha concentración. Una buena derecha, un gran revés como respuesta.

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Era un muchacho con muchas aspiraciones. Su cabeza redonda y con poco cabello se notaba desde muy lejos. Su nariz chata, una sonrisa franca y sin maldad. Ellos, sus padres, hermanos y él, no sufrieron las peleas de las guerras internas que fueron muy cruentas. Moraban en la Ilha Caravela. Emigró para la capital Bissau, en la isla no había trabajo, no había nada. El día que le dijeron que sí en la empresa donde dejó sus papeles se alegró. Que trabajaría recogiendo anacardos en la fazenda del señor Alves, por Safim. El trabajo era duro y con poca paga, no tenía vacaciones. Trabajaba de sol a sombra. Apenas alcanzaba para llegar a fin de mes, lo comido por lo servido. Edson estaba hasta las narices de todo. Encima dijo el gerente con cara de disgusto les dijo a los trabajadores que el precio de los anacardos ha bajado de precio.

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Camino por este lugar donde se ha derramado mucha sal y lágrimas. Hay una voz del pasado de gran sufrimiento que se escucha hasta hoy ¿es acaso ese soul que acompaña en estos viajes?, ¿escuchan los quejidos? Era el “Memorial da Escravatura e do Trafico Negreiro”. Tenemos frente de este puerto al río Cacheu y al lado se divisa un viejo fuerte portugués desde el cual salían los esclavos para las Américas. Como duele estar en estos lugares. Te acongoja. Te arrepientes de ser humano. Miro el utillaje de los esclavistas. Le sujetaban las manos y el cuello, amén de las torturas. Se necesitaba mano barata para sus cosechas ¿este no es un viaje de eterno retorno?

El calor de los trópicos se siente desde que sacas el pie fuera del avión. Es la misma sensación cuando llegas al aeropuerto de Isla Grande. Inmediatamente, sientes que el sudor reina en tu cuerpo sin hacer ningún movimiento. Estábamos en Bissau luego de una escala previa en Lisboa, era muy de noche. El vuelo dura más o menos cuatro horas y media desde la capital lusitana. Casi nada para un vuelo intercontinental, salvo por las condiciones en las que se viaja: asientos muy reducidos que dejan al cuerpo aliquebrado. Eran las once de la noche y de la ciudad vimos muy poco, salvo el descuido de las calles, casi sin pavimentar y con enormes hoyos que parecía un campo de golf; y la agitada noche en las discotecas que nos iba indicando el conductor del carro hacia el hotel. Es un país que carga como gramática emocional una guerra civil reciente y un pasado colonial brutal en su lucha por la independencia frente a Portugal. A veces da la sensación de los ánimos muy aletargados de sus habitantes – a pesar de emblemáticas plazas que llaman a la acción como el caso del revolucionario Che Guevara o el de Almícar Cabral héroe nacional que arengó y lucho por la independencia nacional frente al invasor portugués, Cabral murió en circunstancias nada claras. Son normales esos ánimos amodorrados luego de ese cruento pasado muy reciente. Básicamente es un país que se ajusta al modelo extractivo exportador. El producto estrella son los anacardos (el “casho” en términos amazónicos) y paramos de contar. De otro lado, el negocio en alza, como no, es la telefonía y se puede ver en las calles a jóvenes ofreciéndote productos de ese sector. Hay mucho desempleo juvenil. Se advierte la enorme dependencia con su excolonia por los productos que se venden, se importa hasta el agua de Portugal. De mi paso por varios países en África se nota la dependencia de estos con las transnacionales de los países coloniales y, donde, desgraciadamente, la relación sigue siendo neocolonial, casi de sumisión. El reparto de África por los europeos en 1884- 1885, la Conferencia de Berlín, fue funesto para todos sus habitantes y todavía no se levanta cabeza. Estos mismos países imperialistas ahora hablan de gobernanza y otras zarandajas ¿es un destino cruel? Es por eso que las novelas de Ngũgĩ wa Thiong’o aprietan la espita contra el olvido.

P.D. Casi un apunte a pie de página. El único país latinoamericano que tiene sedes diplomáticas y centros culturales en los países africanos es Brasil, el resto da la espalda a África. Perú tiene lazos con África eso es innegable, pero seguro que el cuerpo diplomático y los políticos miran para otro lado como demuestran los hechos. Nuestra infeliz visión cateta del mundo.

Cuando se pisa un país como Bissau percibe que la densidad (y construcción) jurídica del Estado es apenas una lámina muy delgada, es casi imperceptible ¿sería un sueño anarco-liberal que siempre desconfía del Estado? Hay mucha informalidad y el Estado se ve desbordado diariamente ante la ciudadanía, no puede ejercer de árbitro por la gran inestabilidad política que repercute en lo jurídico. Cuesta hercúleamente hacer un país que viene de una guerra civil y un gran lastre colonial. La ciudad y fuera de ella da la impresión que es un país que recién está naciendo a trompicones, muchas de sus calles están en ruinas. En el camino de Bissau a Cacheu lo que más sobresale en el paisaje lleno de floresta son esos puñeteros anuncios de proyectos de desarrollo ¿se pudiera hacer una suerte de arqueología de esos proyectos y saber si han funcionado o no? Seguro que aprenderíamos mucho, al menos los objetivos de los mismos apenas se sienten en la población como resultados. Ante una situación así ¿estamos ante una injusticia o mala suerte? De acuerdo con los datos oficiales en publicaciones sobre el país existe un 43 por ciento de analfabetismo, es un altísimo porcentaje que puede ser una gran limitante para emprender cualquier tarea. La población en un 13 por ciento habla portugués porque la gran mayoría usa el creolo, una mistura de lenguas locales con el portugués que con el tiempo seguro que desplazará al portugués. Además, se comenta que el número de mujeres cuadriplica al de hombres, ¿esto podría augurar un futuro en femenino? Estaremos expectantes. Me vuelve a rondar la pregunta mientras camino por las calles de la capital ¿estamos ante una injusticia o mala suerte? No hay nada de mala suerte, el país como muchos otros sufre una enorme injusticia.

En la maleta de equipaje había seleccionado los libros de Ngũgĩ wa Thiong’o para el viaje a Bissau, Guinea Bissau –excolonia portuguesa en el continente africano. Era un homenaje implícito, a través de este gran novelista keniata, a este gran continente que, desgraciadamente, sigue siendo expoliado de modo colonial. Los recursos se descepan por las mismas transnacionales que son amigables con el medio ambiente en el próspero hemisferio norte y subvencionan los deportes y las artes, razón tenía Walter Benjamín cuando decía: “no hay documento de cultura que no lo sea al tiempo de barbarie”. Eran un ensayo y una novela de compañía en el zurrón. El libro de ensayo era “Desplazar el centro” que me remeció igual que su anterior ensayo que había leído “Descolonizar la mente”. Me parece que sus apostillas sobre la producción literaria, en este caso en la Amazonía, son dignas de tener en cuenta por las letraheridas y letraheridos de esta parte del bosque. La escritura de la floresta, salvo excepciones, ha estado domeñada por un centralismo mental crónico (confieso que los narradores limeños cada vez me atraen menos por su ñoñería) y, al mismo tiempo, de un gran lastre neocolonial. Hay una pregunta que me ronda en el escritorio luego de leer a Thiong’o ¿se puede ser escritora o escritor (o fungir de crítico literario) del palustre sin saber una lengua indígena? Si no lo sabemos, me parece (yo lo tengo) que es un déficit a subsanar. Hace poco un lingüista peruano cuestionaba a estudiosos que visitaban las crónicas de Huamán Poma de Ayala o de Garcilaso e ignoraban el quechua para su lectura. Es como si un antropólogo o antropóloga no supiera una lengua indígena de la etnia que está estudiando. A modo de apunte, señalar que Thiong’o escribe en la lengua de su etnia, el gikuyo, con el propósito de buscar más lectores- espero que lo haya conseguido. Porque en el caso de la floresta los escritores y escritoras carecen de lectores. Mientras leía en el aeropuerto de Lisboa o en el avión el ensayo de este escritor keniata, en cada página sentía un duro cuestionamiento a la literatura que se había pergeñado en la floresta. Además, en contrapunto, sientes que la literatura que se produce en el hemisferio norte es una narrativa de emociones muy agotadas, que anda envuelta en un subjetivismo perverso (¿síntomas del ennui que nos mencionaba Steiner? Y ese cuestionamiento a esa gramática del aburrimiento europeo lo comprobé al leer “Un grano de trigo” una de las primera novelas de Thiong’o, narra las rebeliones nativas y sus complicaciones frente a los colonos ingleses. Desde sus primeras páginas sientes un látigo acerado en tu mente para debatir la situación que se vive en el continente africano como las calles en estado ruinoso de la capital de Guinea Bissau. Sobresale la tierra roja que me recordaba a Pucallpa hace muchos años. Ha sido Thiong’o un gran compañero de viaje en este lado del mato guineano.

P.D. El “toca toca es el equivalente, en transporte público de pasajeros, a la combi en tierras peruanas. O “la chapa” en coordenadas geográficas de Mozambique. Nos embarcamos en uno de ellos de Safim a Bissau. Claro, miras el mundo de otra manera. Apretujados. Toda una experiencia para los sentidos. Los otros pasajeros apenas nos miraban. El conductor iba con música a tope con una salsa latinoamericana y luego canciones guineanas, a toda velocidad.

Bartleby de paseo por Isla Grande

Publicado: julio 16, 2017 en Uncategorized

Se despertó casi al alba. Los días del estío amanecen más temprano, eso le insufla energía para poner el pie fuera de la cama. Casi a medio despertar da una caminata alrededor de la plaza, parece que lloverá hoy, predicción que pondría en cuestión a los pronósticos de los meteorólogos que auguraban un tiempo seco – aquí nadie cree en ellos, salvo él y sufre urticantes chanzas por creer en las personas del tiempo. Antes de las cinco de la mañana apenas hay transeúntes, motocarros, marchas reivindicativas, carros, autobuses. Media hora más tarde esto se llena de una batahola intolerable. El paseo debe ser puntual y volver a la habitación antes de las cinco y media. Se da una ducha, hace un buen café y otra vez a escribir por las mañanas y por las tardes a leer las obras que ha seleccionado. Las aspas del ventilador siguen dando vueltas. Después del despido del trabajo se ha puesto más disciplinado con lo que le gusta. El trabajo de oficina siempre aborreció pero por estas semanas le ha brotado cierta alergia al laburo reglado de horario y de escuchar las órdenes redichas del jefe. Ayer por la tarde releyó el cuento de “Bartleby, el escribiente” de Herman Melville, y luego de leerlo se quedó tieso, sin moverse en su sillón azul. Es como si esa historia narrada lo hubiera escuchado o vivido antes. El escribiente y protagonista del relato de Melville un buen día dijo que prefería no hacerlo. Y no volvió a escribir hasta su despedida de este mundo. El ventilador apaciguaba el calor con sofoco que abrasaba su cuerpo, señal de la fuerza del verano como dicen por este puerto extinto – antes llegaban barcos de todas partes, de Europa y Estados Unidos, hoy difícilmente llegan y son contados con los dedos de una mano. El cuento de Melville fue un pistoletazo a su recuerdo, se dio cuenta que por este puerto ha habido muchos escritores con ese síndrome de Bartleby ¿podría ser él? En esta cohorte entran Robert Walser, Salinger, Juan Rulfo entre los más distinguidos. Escribieron y un día dijeron que preferían no hacerlo. Recuerda que cuando visitaba al gran poeta Germán Lequerica, en su casa por la calle Putumayo, Germán le comentaba con su pausada voz que la inspiración y las razones para escribir se habían menguado – aunque curiosamente él escribía y publicaba a cuenta gotas, muy poco o casi nada de poesía. El se sentía seco de cara a la creación poética aunque había escrito al alimón algunas historias para niños. Uno de sus penúltimos (o antepenúltimo) poemas fue publicado en la revista “Varadero” luego de una intensa persuasión de la poeta Ana Varela para su edición ¿Era Germán un Bartleby de la floresta? Otro escritor, gran tertuliano de filuda lengua, era Manuel Túnjar que escribió una novela sobre su experiencia en prisión y no volvió a escribir más ¿Manuel habrá pasado por el mismo síndrome de Bartleby? Al menos no tengo conocimiento que Manuel haya publicado algún otro cuento o novela. Seguro que hay otros más ambulando por la floresta ¿Qué les pasa por la cabeza para no escribir más?, ¿es perder la fe en la escritura?, ¿Qué nos hace perder esa fe en la escritura?