Archivos para septiembre, 2021

Sula y Ofelia

Publicado: septiembre 29, 2021 en Uncategorized

La partida a Lima los primeros de septiembre me hizo olvidar dos momentos que suelo celebrar con discreción a través de una apostilla o una crónica que cuelgo en el blog. La primera es el nacimiento de mi amiga Sulamita Gottlieb, el 4 de septiembre de 1951, quien partió hace un tiempo atrás, lo supe después de años en una búsqueda por internet confirmado por un correo de su hija Raquel. Suelo recordarla como un homenaje a su prístina amistad, su bonhomía, a los ratos que pasamos hablando de literatura, de sus autores y músicos predilectos como Dvorak, teniendo como testigo al Charles river en ese estío memorable en Boston. Con ella conocí la amistad y los silencios en sus diferentes dimensiones. Me decía que el silencio es también una gramática, tarde un tiempo en comprenderla. Ella hacía un símil con los silencios de las composiciones musicales, pues, ella tocaba el fagot. El otro momento, como no, de septiembre, es el nacimiento de Ofelia Grabowski Edery o también conocida como Ofelia Montesco, el 10 de septiembre de 1936, ella fue actriz reconocida en el centellante cine de oro mejicano que siempre rindió homenaje encriptado al monte. En el caso de Ofelia, fue interesante como su vida ingresó a mis preocupaciones con un inocente dato que me dio mi padre, me dijo que era conocida como «Carita de cielo», a partir de eso, poco a poco, la información fue creciendo hasta convertirme en un fan de esta afamada actriz. He visto varias veces «El ángel exterminador» de Luis Buñuel donde ella representa un papel dentro del surrealista film. El vacío sobre su vida se fue llenando con información de un lado y otro del mundo. De personas cercanas que la rodearon. Desde Contamana, Berlín, Tánger, Lima… es un largo viaje. Es todavía septiembre que me da pie para hacer este sentido homenaje a Sula y Ofelia, a ambas la separan solo cuatro días de la fecha de nacimiento.

Testimonio de agitada vida

Publicado: septiembre 15, 2021 en Uncategorized

El tiempo primaveral limeño es gris, frío y de mascarilla por la pandemia, sí se puede acompañar un buen café para calentar mucho mejor, debo buscar una manta como cobijo. Veníamos de un tiempo de estío del otro lado del charco y sentimos la pegada de estas temperaturas de los últimos coletazos del invierno, pero este tiempo no mató las ilusiones para buscar una librería y visitar los stands de la Feria del Libro Ricardo Palma de Miraflores. Así, antes de subir al avión, en mi libreta de apuntes, había borroneado el libro del testimonio de Lurgio Gavilán Sánchez, “Memorias de un soldado desconocido. Autobiografía y antropología de la violencia”. Desde sus primeras páginas me atrapó y aprovechando el jet lag o desfase horario, me puse a leer con avidez en cada despertar de madrugada. Es un testimonio fascinante de una persona que ha vivido muchas vidas y todas con ardor guerrero, más aún en un contexto de estos tiempos de usar la memoria como arma arrojadiza y de manera canalla. De niño fue reclutado por Sendero Luminoso y luchó con ellos en su “idea” de cambiar este país de contrastes que derrocha injusticia. Luego, con la misma convicción está en las filas del ejército, un sensible militar le encaminó a la vida castrense siendo él un muchacho adolescente. Formó parte del pelotón conocido como “Los cabitos”, adolescentes que eran parte del ejército y luchó contra Sendero Luminoso. Pasada la vida militar es enrolado a la orden franciscana, estuvo por el convento de Ocopa, fue un fraile en la selva central. Es una vida intensa, de cambios, de comparaciones ¿Podemos considerar a Gavilán como una víctima de la violencia política? Como lector sufres esas metamorfosis de sus vidas con todas sus luces y sus sombras. Te remece, te cuestiona, te hace borrar todos esos conceptos fijos de víctima o de victimario. A Gavilán le debemos mucho, como sociedad no le hemos dejado vivir sus vidas, estas han sido impuestas. Desgraciadamente, ha debido adaptarse a las circunstancias y momentos que le ha tocado vivir. Un testimonio como el de Lurgio Gavilán debe hacernos comprender mejor este país que ha sufrido una brutal y sangrienta guerra civil.

Mirada torva

Publicado: septiembre 8, 2021 en Uncategorized

Unos días antes de salir de Madrid para Lima, en pleno contexto de pandemia, leía, mejor dicho, releía el informe ejecutivo de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación que por estos días cumplía un aniversario más de su presentación pública. Eran ya dieciocho años y muchas de sus propuestas, lamentablemente, han quedado como tales o en los cajones de los escritorios. Volver a sus páginas era remover todo ese pozo de sentimientos, emociones encontradas de lo que fue esa guerra civil en nuestro país. Amigos y amigas fallecidos como consecuencia de esos tiempos de violencia, los momentos chungos de la universidad con las discusiones sobre Sendero Luminoso, que nos acostumbramos a vivir en un estado de excepción- es decir con derechos limitados y sin rechistar, que miramos a otro lado a los que morían en los Andes peruanos y parte de la selva, nuestra empatía ciudadana tuvo un serio déficit emocional, del hartazgo de la errática clase política que nos gobernaba, que muchos tuvieron que tomar la decisión de emigrar para buscarse la vida o huían de la violencia a Lima o la selva, mientras que otros tenían al enemigo muy cerca de ellos, de nuestra mirada miope para observar este país difícil, diverso y complejo. Un país fragmentado y de contrastes. Mientras leía las páginas del informe sentía mucha impotencia, frustración, ganas de gritar lo mal que lo hicimos y seguimos haciéndolo. Una de las tantas conclusiones que nos advierte el informe es que todos los actores que estuvieron involucrados en este escenario del conflicto armado interno tuvieron, y tuvimos, una mirada equivocada del país. No dieron con la tecla oportuna. Desgraciadamente, en el actual contexto político nos volvemos a tropezar en la misma piedra. Estamos bajo una discusión muy enconada, de extremos, de oídos sordos y miradas ceñudas. Parece ser que la magra y desgraciadamente experiencia vivida nos ha enseñado muy poco. 

https://www.eldiario.es/internacional/theguardian/suelo-llegar-librero-milan-planta-cara-gigante-amazon_1_6493997.html

¿Conexión gomera?

Publicado: septiembre 1, 2021 en Uncategorized

Hace poco salía un libro biográfico, casi al detalle, sobre la vida y fatigas de Fernando Pessoa, este gran escritor portugués. El biógrafo Richard Zenith en «Pessoa. An Experimental Life», ha escrutado su vida, huroneando hasta los borradores que escribió este autor de muchos heterónimos célebres como el de Álvaro de Campos, Alfonso Reis entre otros. De acuerdo a una apostilla leída ha rebuscado también en su vida íntima. En casa está el «Libro del desasosiego», cuya edición es de Richard Zenith, el biógrafo de la obra citada. Recuerdo que en Lisboa uno de los primeros lugares que me enseñó F fue la estatua de Pessoa, que por el covid- 19 lleva también mascarilla por estos días. Caminar sobre las huellas de este vecino de Lisboa te llena de preguntas mientras garbeas en ese océano de nostalgia que anega esta ciudad. Dentro de mí sonaba un ritmo de una histérica trompeta de jazz. El tranvía que trepa las colinas y las cuestas de la cidade le da una sensación de un viaje en el tiempo, tuve la misma impresión en Oporto, por estas rúas se me venía a la memoria que muchos lusos fueron a Iquitos por la fiebre de la borracha. Es muy curioso que Pessoa haya estado conectado con la floresta, sí, conectado. No es ninguna venada ni especulación. Me remito a los hechos o evidencias. Entre los objetos, muchos, que coleccionaba con ahínco, estaba los sellos de caucho, dicen que era gran aficionado. Sí, de caucho, como se lee. El caucho que era extraído de los bosques del pajonal con mucha sangre y sevicia contra los integrantes de los pueblos indígenas estaba en el escritorio de Pessoa ¿Se habrá enterado él de las muertes de la shiringa?, fue un escándalo internacional y un paisano suyo estuvo en los territorios de Belcebú como fue Silvino Santos ¿Leyó lo ocurrido en el Putumayo?, ¿El informe de Roger Casement? Seguro que sí, era un hombre muy enterado, aunque no de manera directa, aunque sea fuera de oídas habrán retumbado los manguarés del Putumayo. Como nos recuerda Rob Nixon que las intervenciones de los imperios hacen que su población ni siquiera se entere del impacto de este en otras franjas del planeta, espero que esta hipoacusia no le haya pasado a Fernando Pessoa.