Archivos para noviembre, 2022

«Trilce» y la floresta

Publicado: noviembre 16, 2022 en Uncategorized

Este año se cumple cien años de la edición de «Trilce», poemario de César Vallejo, que remeció la poesía hecha en español. Fue una publicación de autoedición luego de salir de la cárcel. Se han hecho homenajes en diferentes lugares del planeta donde se han aupado «vallejistas» de todo plumaje. Lo interesante del poemario, que pasó desapercibido por la ciega crítica limeña, es que fue labrado desde la periferia. Desde los márgenes. Es un poemario que no aborda la floresta de manera directa, pero un amazónico, de manera silente, contribuyó a la primera edición de este célebre poemario. Sí. La cubierta de la primera edición de «Trilce» tiene el retrato a lápiz de César Vallejo, quien lo broqueló fue el pintor autodidacta y gran retratista, Víctor Morey Peña. Este hallazgo lo encontré en internet. Para confirmar llamé por teléfono a Selva Morey Ríos, una de las hijas de este pintor amazónico, llevándose también una sorpresa. No sabía de esa información. Pero la fecha de la publicación del poemario coincide con la vida de Morey Peña en Lima. De alguna manera u otra, una brizna del palustre llegó a este celebérrimo poemario.

P.D. Infelizmente, pocos de esos «vallejistas» han dado cuenta de este hallazgo que los que vivimos en la floresta lo hemos ignorado. De otro lado, en la Amazonía, seguimos mudos en homenajes a nuestro vate más universal, nos gana el olvido y la diversión estéril.

Los que vivimos en los principales centros urbanos del palustre nos quejamos, con buenas razones y argumentos, que el centro, o sea, Lima, ignora los problemas de esta parte del país. Se resalta que Lima tiene la ceguera y torpeza de pensar a este rincón de la patria en clave del vacío amazónico. Y efectivamente, muchos de los legisladores y legisladoras, todavía piensan que la floresta está vacía dando pie a todo tipo de atropellos con propuestas delirantes. Este prejuicio sobre la Amazonía genera una dañosa desidia al momento de tomar decisiones. Tenemos hondos conflictos sociales siendo el más grave, por las vidas humanas en peligro, la contaminación petrolera de sus ríos. Infelizmente, la población urbana del marjal lo observa con indiferencia o mira para otro lado. Leo con cierta perplejidad cuando se producen conflictos en las áreas petroleras, casi como el reflejo condicionado que nos hablaba Pavlov, la culpa y responsabilidad recaen en las quejosas poblaciones afectadas por sus reclamos ¿Es cierto esto? Desgraciadamente, el sector rural en la Amazonía sufre una de las consecuencias de la dolencia del vacío amazónico: la invisibilidad. Esta invisibilidad es transversal, de los de Lima y, de otro lado, de los gobernantes y la población que vive en Iquitos. Me explico, hace unos días leía que un funcionario daba cuenta de sus labores de supervisión por los Centro de Salud de la cuenca del Marañón, donde se producen la mayoría de los derrames de petróleo. En el informe señalaba, que la totalidad de estos centros se encontraban en la absoluta precariedad, algunos no contaban ni con personal sanitario. Los laboratorios para las analíticas sin insumos. Los deslizadores ambulancia inoperativos –el gobierno regional hacía publicidad que funcionaban a la perfección. En Nauta no había ambulancias para el traslado de los pacientes a Iquitos. Todo esto pasa en un sector tan delicado como el de la salud en una zona donde se producen estos derrames de petróleo ¿Se pueden imaginar, quien lea esta crónica, lo que pueda pasar en otros sectores? Hace poco el Obispo de Iquitos alertaba de una seria crisis de seguridad alimentaria en el sector rural, pero le restaron importancia o hicieron oídos sordos ¿Quiénes son los ineptos sólo los de Lima? Tenemos una histórica doble deuda con la Amazonia rural y no lo queremos ver.

Herlinda Navarro Cobos

En esta cartografía de la promoción lectora en esta parte de la Amazonía, en Loreto, lo que más predomina en las personas involucradas es la pasión por los folios impresos, y que los libros puedan llegar a las alumnas y alumnos. Es un esfuerzo muchas veces invisible y sin suficiente reconocimiento. En esta línea, de la pasión y de las razones, está la maestra y docente universitaria Herlinda Navarro Cobos. Aquí una síntesis de la entrevista:

Como directora de colegio y profesora en la universidad ¿Cómo valoras la experiencia lectora en la ciudad? Las estadísticas sobre la lectura juegan en nuestra contra ¿Cómo podrían revertirse estos porcentajes que quitan el sueño?

Sin duda nuestra ciudad no es lectora y no lo digo solo por las estadísticas. Veo las bibliotecas. La del municipio de Iquitos se ha paseado por la ciudad, como si no supieran en qué rincón ponerle para que no estorbe. No tiene protagonismo ni genera protagonismo del libro y la lectura, tampoco acercamiento con las escuelas. Las pocas librerías que existían hace unas décadas ya cerraron y solo quedan dos en la ciudad. Y eso habla de las preferencias de la gente. Aunque, no se puede negar que la venta de libros en línea o los libros digitales están ocupando esos vacíos.

Creo que las bibliotecas y sus bibliotecarios se han quedado en su zona de confort, esperando a que los busquen. Las iniciativas de promoción del libro y la lectura necesitan estar articuladas entre todas las bibliotecas de la ciudad, sean estas municipales, universitarias, de institutos o escolares, con el mismo espíritu con el que un experto en marketing promociona un producto. Necesitamos rescatar lectores y gestarlos desde ellas.

¿Podrías señalarnos las claves del hábito lector en un contexto como Iquitos?

En cualquier contexto la primera clave está en la familia, y si la familia no da la talla, la escuela debe estar preparada para llenar ese vacío ¿Cómo? En principio con maestros lectores, que gusten de historias, de poesía, de arte, que «contagien» su apego por los libros ¿Y si los maestros no calzan en ese perfil? Entonces, nuestra mirada debe ir a las instituciones que los forman, para afinar sus mecanismos de selección de perfiles y mallas curriculares que permitan contribuir a formar al maestro lector desde las aulas. Creo que, cuantas más instituciones se sientan responsables de la tarea de fomentar el hábito lector habrá mayor probabilidad de éxito.

¿Con cuántos libros cuenta la biblioteca del colegio?, ¿Cuáles libros que se llevan a casa son los más solicitados?, ¿Cuentan con fondo propio para la adquisición de libros?

Unos 10,060 libros aproximadamente habitan nuestra biblioteca. Y los más solicitados entre los pequeños son cuentos y relatos amazónicos. Entre los adolescentes podemos ver novelas o poemarios. Títulos como Drácula, La Odisea (en comic) El Diario de Greg, Cien años de Soledad, Por qué a mí, entre otros son los más solicitados y los que envejecen más rápido.

Sí, los libros son una inversión y están en el presupuesto de cada año.

¿Conoces si hay un club de libros en la ciudad?, ¿Qué libro o libros estás leyendo y cuál recomendarías?

Conozco algunas iniciativas que murieron en el intento. Pero, confío en que algunos estudiantes de Lengua y Literatura de la UNAP sean los que cojan la canoa y remen por ella. Y les deseo buen viento.

Por ahora ando metida en las páginas de Harari con los «21 retos para el siglo XXI», y con «Brujas« de Adela Muñoz y por supuesto algo de poesía de Carlos Reyes. Esta última es mi conexión con letras que saben a Amazonía.

Me es difícil recomendar alguno, siento que soy deshonesta con otros libros que también han sido memorables.

La conciliación laboral –el trabajo con la casa, no es fácil  ¿Por qué crees que en la promoción de la lectura las que más sobresalen son mujeres?

No estoy segura de que eso esté pasando de manera general, sin embargo, solo puedo tener una hipótesis: han encontrado una manera de ir haciendo camino, de hacer activismo y cerrar brechas todavía existentes entre niños y niñas. 

¿Eres más de biblioteca o de libros propios?

Debo confesar que las bibliotecas me emocionan, pero solo esas que muestran sus libros al lector, esas que “venden” sus historias de maneras creativas. Cuando ingreso a una de ellas, primero suelo mirarla desde la puerta y no puedo evitar sonreír. Esa sensación inigualable de saber que puedes coger y escoger entre la infinidad de páginas, de historias y personajes desconocidos es satisfacción plena. Es alegría.

Sin embargo, los libros propios tienen su encanto, los tienes ahí para saborearlos, masticarlos y digerirlos nuevamente ¡cuando se te antojen! Y por supuesto, sentirlos tuyos.

*Maestra lectora que disfruta del arte y la naturaleza. Obtuvo el Primer Lugar en la Convocatoria Artístico Cultural 2022 del GORE Loreto, en Literatura Infantil, con “Versos en Trocha”. Es directora de la IE Sagrada Familia y docente universitaria – UNAP. Actualmente, trabaja en su tesis doctoral, sobre la percepción que los hablantes de Iquitos tienen sobre su variante dialectal

Libros, fuego y bibliotecas

Publicado: noviembre 2, 2022 en Uncategorized

Recuerdo las algaradas de Isla Grande en 1998 que irrumpieron en las oficinas de la Corte Superior de Loreto y prendieron fuego, las hogueras engulleron el archivo de esa sede judicial. Así se quemó, literalmente, la memoria histórica de los pleitos de esta parte del palustre. Además, la asonada de ese día también irrumpió en las oficinas del gobierno regional donde se prendió fuego y se perdió parte del patrimonio documental. Estos son los hechos, las protestas eran contra el corrupto gobierno de Fujimori, pero se descontroló dañando el patrimonio bibliográfico de la región. Desgraciadamente, esos fuegos se llevaron parte de la memoria de la ciudad, de la región, del país. Meses antes, en los archivos de la Corte Superior de Loreto, por el azar, encontré un expediente judicial donde un indígena reivindicaba sus tierras apelando al argumento que sus purmas estaban descansando, era por la zona de Lupuna, a poca distancia del puerto de Punchana, rezaba la sumilla del expediente. Gracias a ese expediente de purmas o de barbecho se pudo reconstruir la vida judicial de entonces que nadie había husmeado –es la manera ciega y torpe de trabajar la historia en esta parte de la Amazonía. Entre esos expedientes desperdigados en el sótano, que fungía de archivo, estaba el juicio por la rebelión de Cervantes, que de tenerlo físicamente daría otras lecturas a los retorcidos adjetivos que se usan de ese levantamiento. A pesar de este bagaje de documentos que fueron devorados por las piras, pocos protestaron por la orfandad documental que nos encontrábamos en esos momentos. Pareciera que a los habitantes de esta ciudad insular les importa una guaba que se queme o no el patrimonio documental. Es un mal peruano, «la desorientación cognitiva» que menciona la historiadora Carmen McEvoy, de vivir el presente sin importar el pasado. Hace unos días se quemó el equipo de la Biblioteca Amazónica (BA) que escaneaba documentos gracias a una iniciativa de académicas extranjeras, la BA es una suerte de Biblioteca de Alejandría de estos bosques, pero en lugar de llevarnos las manos a la cabeza, tomamos la noticia con indiferencia -la biblioteca hace poco había recibido la donación del fondo bibliográfico del antropólogo Jorge Gasché. La indolencia insular se advierte en la escasa ayuda que recibe de la administración regional, parecieran que los decisores políticos viven en otro mundo y los libros les dan repelús. Pocos protestaron del peligro del patrimonio documental por ese incendio, salvo algunos «afuerinos» bien intencionados. Los comunicados de los responsables de la BA sobre el incendio no lograron calmar la preocupación. Me comentaban algunos visitantes que se debería contar con equipos de contingencia más adecuados ante los «apagones» frecuentes en la ciudad y que probablemente pudieron causar el incendio; además; de un mayor control, que es muy débil, de las personas que entran y salen de la sala donde se hacen los escáneres, cámaras de vigilancia entre otros detalles a favor de la prevención y la seguridad. Contaba la escritora Irene Vallejo que para ingresar a la Biblioteca Bodleiana, en Oxford, se hace previamente un juramento en latín e inglés, además someter al visitante a estrictas medidas de seguridad. Una muestra de amor a la ciudad insular es proteger el patrimonio documental para saber que somos y adonde nos vamos.

P.D. El expediente de purmas se publicó en un libro bajo el título: «Bonifacio Pisango entre el descanso de purmas y la memoriosa memoria del tiempo».