Archivos para enero, 2018

La gran escritora brasileña, uno de los clásicos de la literatura del siglo XX, siempre es actualidad, porque no deja de estar de moda. Pero la publicación en castellano de la monumental biografía que le ha dedicado Benjamin Moser, Por qué este mundo (Siruela), nos brinda una nueva oportunidad de releer su obra a la luz de su vida (o viceversa). Por ejemplo desde 1966, el año del incendio, hasta 1977, el de su muerte.

Páginas rotas

Publicado: enero 30, 2018 en Uncategorized

Por estos tiempos tengo curiosidad casi obsesiva por los diarios o dietarios. Cuando visito las librerías busco con ahínco los diarios. Reviso las primeras páginas y si me atrapa uno trato de comprarlo o los tengo entre mis compras a futuro. Pero logro pellizcar por unos minutos lo que dice el diario. Alguien decía que a través de ellos se quiere atrapar el presente. No solo atrapar el presente sino también dejar el rastro o la huella del paso del tiempo. Es una larga conversación con uno mismo, un paréntesis del día. En sus “Prosas apátridas” Julio Ramón Ribeyro logra uno de los mejores resultados a nivel literario. Recuerdo que lo leía en esos días febriles de la universidad donde recorría librerías del centro de Lima. El tono de sus prosas era de reflexión, de testimonio, de legado al tiempo. Admiraba y admiro la pausa, distancia y cercanía, al mismo tiempo, de quienes lo escriben. Como si nos guiñaran en el camino. Es un poco fisgonear su universo. Hoy estaba en la lavandería que tiene unos grandes ventanales y mientras esperaba el tiempo de la ropa en la secadora se me vino como un turbión de recuerdos los diarios de mi madre. En la visita que nos hizo a Madrid ella a lo largo del viaje sacaba una libreta pequeña e iba anotando las paradas, las horas que salía y llegaba el tren. Seguro que también algún asombro del viaje. Lo escribía y luego se ponía a dormir lo que quedaba de ruta. Luego se despertaba bruscamente y volvía a anotar ¿Qué anotaba? Me quedé intrigado por esas anotaciones. Le pregunté por sus notas de viaje. Me miró seria y me respondió que anota las cosas del viaje. Escribía mucho. Pero luego de un tiempo, los volvía a leer y los rompía ¿por qué los rompe? Mientras leía un dietario se me vino a la cabeza esa imagen de mi madre rompiendo sus diarios ¿lo hacía como un afán de perfección (ella es muy perfeccionista sino sale como ella piensa se enfada y te puede caer una severa regañina)?, ¿lo hacía para no dejar rastros de sus humores y malos ratos, de sus confesiones? Una vez por nuestras conversaciones a la distancia le volví a preguntar por sus apuntes. Me dijo que los había roto y tenía que volver a escribir ¿lo hace por un afán de saneamiento? Ella mismo no me supo responder.

Cuando Edna, la madre del escritor norteamericano Richard Ford (Jackson, Misisipi, 1944), estaba ya muy enferma de cáncer, citó a su hijo en su casa. Tenía algo que confesarle. Más bien una petición que hacerle. Cuando la muerte se aproxima, no hay manera de esquivarla. Llega, y punto. Y tú eres el primero en saberlo. Edna lo sabía, y por eso necesitaba tener aquella conversación. Duró apenas unos segundos. Instantes que, aunque Ford no podía intuirlo entonces, marcarían el resto de su vida.

http://www.abc.es/cultura/cultural/abci-richard-ford-egoista-habria-sido-decepcionante-como-padre-201801070101_noticia.html

Empelotarse

Publicado: enero 28, 2018 en Uncategorized

Recuerdo hasta hace poco que desnudarse era para mostrar indignación, era una forma de protesta. El movimiento hippy lo reivindicó en su momento. Era dejarnos ver tal cual como hemos venido al mundo. Mostrabas vulnerabilidad. Fragilidad. Era ya el último recurso que apelabas para demostrar tu indignación. Me refiero a los desnudos delante de la cámara fotográfica. Es decir, era un recurso de shock. De llamar la atención. En la pintura el desnudo era para revelar la sensualidad o no de la persona. Hace unos años en la floresta un diario dio cuenta que una mujer, era profesora, se desnudó en un acto de protesta. Para muchos era el primer desnudo- protesta en el marjal. No se ha vuelto a saber de protestas en pelota fría en la manigua – muchos dicen que los que viven en la floresta son muy pudorosos. Pero el desnudo como último recurso ha perdido vigencia en estos tiempos líquidos. En estos tiempos donde reina la obsolescencia programada ya no solo en los objetos sino también en la vida propia. Hoy se desnuda medio mundo y sin saber por qué. A fin de año abundan los calendarios de bomberos, artistas, celebrities, al desnudo. Por cualquier causa, la que vengan o las que están por venir. Desde la autofinanciación hasta las más, supuestamente, altruistas. Aquí hubiera que revisar a esas organizaciones altruistas que reciben dinero por actos tan inanes sin mostrar escrúpulos – el dinero lo ha desnaturalizado todo. Se ha banalizado el desnudo. De la protesta ahora se ha pasado a colgar los desnudos en las redes sociales para que una persona tenga un más que gratificante me gusta. El cuerpo se ha prestado para todo. Antes era para protestar ahora como un pasatiempo fútil en estos tiempos huérfanos.

South Africans have paid tribute to Hugh Masekela, the legendary jazz musician and activist, who died on Tuesday aged 78.

The South African president, Jacob Zuma, said the nation would mourn a man who “kept the torch of freedom alive”. The arts and culture minister, Nathi Mthethwa, described Masekela as “one of the great architects of Afro-Jazz”. “A baobab tree has fallen,” Mthethwa wrote on Twitter.

https://www.theguardian.com/music/2018/jan/23/hugh-masekela-south-african-jazz-trumpeter-dies-aged-78

Milada

Publicado: enero 25, 2018 en Uncategorized

Cuando pisas la moqueta del Museo del Comunismo de Praga uno no tiene en cuenta o no valora lo suficiente, muchas veces, que puede estar, ver y pisar una de las páginas más ignominiosas de las historias de la humanidad que hay detrás de la palabra comunismo: la intolerancia hacia las otras ideas. La cerrazón por el dogma, “de las desviaciones ideológicas”, “de los gustos burgueses” entre otras tantas chácharas de ese período. La tribu contra la idea de una persona. Los seres humanos somos seres muy raros, nos destruimos. Nos ingeniamos en sofisticar el mal para hacer daño a nuestra misma especie. Cuando paseaba por esos trechos de Praga por donde alguna vez caminaba Kafka o el grupo de chiflados de literatura llamado los Shandy por el Café Václava o los personajes de Milán Kundera, en una de las calles principales recordaban la gesta de la primavera de Praga. Había fotografías en blanco y negro que retrataban ese momento. Sobresalían los famosos tanques rusos y personas arrestadas. Con el tiempo ese paseo lo valoro cada día más y mejor luego de ver la película sobre Milada Horáková (25 de diciembre de 1901 – 27 de junio de 1950). Era una abogada y política checa que luchó a brazo partido contra dos de las grandes intolerancias del siglo XX: el nazismo y el comunismo, también hubiera que añadir a esa lista de intolerancia de las ideas al neoliberalismo troglodita que reina en muchos foros y que se enarbola sin complejos. Tanto el comunismo y el nazismo terminaron en los campos de concentración y en el caso de ella pagó con duros años de cárcel. Todas estas ideas hegemónicas totalitarias han hecho que se rompa valores como la libertad individual y la libertad de pensamiento. Milada luego de sufrir torturas y vejaciones, de casi doscientos procesados, fue la única mujer condenada a la pena capital (ahorcamiento) por el régimen comunista checo en 1950 a pesar de la presión internacional. Su tesón y persistencia la convirtieron en un símbolo de la resistencia. No lograron apagar esa llama y gracias a ella, y a muchas otras personas anónimas, se logra pasear sin apuros por las orillas del río Moldava.

Ao longo de um ano, vários afrodescendentes reuniram-se em Lisboa para dizer poesia e partilhar a experiência de ser negro. A associação Afrolis edita agora algumas dessas vozes em formato de livro. O lançamento é esta terça-feira, no Museu do Aljube.

https://www.publico.pt/2018/01/23/culturaipsilon/noticia/uma-ferramenta-de-resistencia-identitaria-chamada-djidiu–1799483

Folio perdido de un dietario

Publicado: enero 23, 2018 en Uncategorized

Me cuesta levantarme. La calefacción sigue averiada. El electricista del seguro nos da largas o se remite a la excusa que por estos días tiene demasiado trabajo. No hemos tenido la casa tan desangelada como por estos días. Es invierno y cada día me habitúo más al frío. Se rompió antes de las navidades y todavía persiste el problema de la calefacción. Me despierto temprano antes del sonido del despertador, alrededor de las siete. Todavía estoy zombi. Me encamino a la cocina, mi objetivo a esas horas de la mañana es la cafetera. Añado las cucharadas de café, que no es torrefacto, y agua. Por unos minutos la casa se llena de un agradable olor a café, me levanta un poco la moral. Aunque sigo aturullado por el sueño, por el frío. Pienso que con una buena taza de café me levantará el ánimo. Antes como mi desayuno de cereales. Luego vendrá el café, lo tomo sin azúcar. Trato en lo posible de consumir menos azúcar. No es bueno consumir tanto azúcar, escuché a una dietista, le creí y ahora anda empeñado y en campaña para consumir menos. En esas causas y otras me convierto en un converso, F ya me conoce, sonríe mirándome. Me dice pareces un talibán, no me doy tregua. No bajo la guardia. En lo posible no como bollería. Me voy a mi sillón azul y repaso las noticias por la tableta. F ha salido a trabajar y sigo imperturbable soportando el frío. Me pongo una chompa. Unas mantas y todavía siento el aliento del frío. Pienso que plato voy a preparar hoy, hago un menú imaginario. Debe ser algo caliente. Recuerdo que en el frigo hay caldo. Eso me sostiene contra el frío. Sigo con la ropa de dormir. Leo un poco, respondo algunos correos. Leo las lecturas que tengo pendientes que son muchas y de diferentes temas. Me cambio el pijama. Levanto la persiana. Hay sol. Sonrío, salgo de casa y me pierdo caminando entre los árboles. Un día de invierno.

Hay una frase en el nuevo libro de Remedios Zafra (Zuheros, Córdoba, 1973) que describe con precisión un silencio histórico, atribuido al decoro, que ella pretende dinamitar. Dice así: “En algún momento de nuestra historia hablar de dinero cuando uno escribe, pinta, compone una canción o crea se hizo de mal gusto”.

https://elsaltodiario.com/laboral/entrevista-remedios-zafra-libro-entusiasmo-precariedad-cultura-digital

Elegantes, profundas, notables. Ficciones en las que lo fantástico se proyectaba en diferentes direcciones, alcanzando incluso al propio autor. En 1997, Enrique Prochazka (Lima, 1960) publicó un libro que le había tomado más de diez años, titulado «Un único desierto». En él podíamos encontrar la historia de un arquero cuyas flechas siempre dan en el blanco; un guerrero español abandonado por Pizarro en una isla desierta; la crónica del nefasto primer encuentro con extraterrestres; una reescritura del mito de Teseo y el Minotauro; dos manos que se rebelan contra la totalidad de un cuerpo; el técnico que roba la energía eléctrica para su pueblo cual peruanísimo Prometeo; la sorprendente y fallida huida de un prisionero de su prisión; la mitología griega mezclada con chamanismo norteño; la dictadura que soñó Orwell en 1984 vista mil años después; las causas del suicidio colectivo de la humanidad; y, finalmente, un genial sueño de artificio medieval.

https://elcomercio.pe/luces/libros/impreso-enrique-prochazka-unico-desierto-noticia-489174